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CAPITULO XVIII

Pará

La ciudad de Santa María de Belem do Graõ Pará, fundada en el año de 1616 por Francisco Caldeira do Castello Branco, está ubicada en un recodo bajo de tierra, en la confluencia del río Guamá con el río Pará, y a una distancia aproximada de ochenta millas del mar.

Para llegar al mar desde la ciudad, un barco generalmente grande necesita tres mareas, que van a una velocidad casi de cuatro millas por hora.

Pará no está fortificada ni por tierra ni por mar. Hay un pequeño e ineficaz fuerte, ubicado en una isla casi a cinco millas abajo de la ciudad; pero sólo está armado con unas pocas y malas piezas móviles de artillería que no controla el canal. También hay una pequeña batería en la ciudad, cerca del punto de confluencia de los dos ríos; pero no hay armas montadas y su guarnición puede ser fácilmente expulsada por una mosquetería desde las torres de la catedral.

El puerto es uno de los mejores; está formado por la gran isla de Onças que está enfrente y a dos millas de distancia, y por otras pequeñas un poco más lejos en el río. Hay abundante agua y barcos de cualquier tamaño pueden atracar a ciento cincuenta yardas de la costa. Los botes y barcazas tienen un lugar apropiado para desembarcar en el muelle de la aduana; y cuando hay media marea, en el muelle de piedra que está a unas quinientas yardas más arriba.

Durante mi estadía, la corporación estaba dedicada a construir un resistente rompeolas de piedra a todo lo largo enfrente del pueblo. Así, habrá una nueva calle amplia en la zona ribereña y evitará el contrabando. Anteriormente, durante las crecidas del río, las canoas descargaban clandestinamente en las mismas bodegas de los depósitos que hay en el río.

La ciudad se encuentra dividida en las fregueizas**, o parroquias, de Sé y Campina. Hay otras nueve fregueizas** incluidas en el municipio de la capital; pero, varias de estas se encuentran a leguas de distancia y geográficamente no se les debe considerar como pertenecientes a la ciudad, ni tampoco se debe incluir sus poblaciones en la de ésta.

En 1848, (el último dato estadístico que tengo y que creo, diferiría muy poco de un censo realizado ahora), la población sumó nueve mil doscientas ochenta y cuatro personas libres y cuatro mil setecientos veintiséis esclavos. El número de las casas habitadas fue de dos mil cuatrocientos dieciocho; de nacimientos, setecientos ochenta y cinco; de matrimonios, noventa y ocho; de decesos, trescientos setenta y cinco; y de extranjeros residentes, setecientos ochenta y cuatro.

Pará era un lugar notablemente saludable y completamente libre de cualquier tipo de epidemias, hasta febrero de 1850, cuando una embarcación trajo la fiebre amarilla de Pernambuco. Originalmente se trajo de la costa de Africa a Bahía y de allí se extendió por la costa. La peor época de la enfermedad fue durante el mes de abril, cuando se llevaba de veinte a veinticinco en un día.

El año siguiente, por la misma época (cuando la fiebre ya había disminuido bastante) brotó la viruela con gran violencia. Casi el veinticinco por ciento de la población falleció a causa de estas dos enfermedades. Creo que la ciudad nunca estará libre de las dos y que las condiciones antihigiénicas en que las marcas bajas dejan los muelles donde atracan las pequeñas embarcaciones de comercio, deben ser una fuente fructífera de malaria y causa continua de epidemias.

Generalmente las tripulaciones de estas embarcaciones viven en ellas con sus familias. Por lo tanto están repletas y cuando llega la marea baja, se encuentran atracadas sobre una masa de repugnante materia animal y vegetal que se descompone y apesta bajo el ardiente sol.

Sin embargo, Pará es un lugar agradable para vivir y tiene un buen clima. El sol quema casi hasta el mediodía, cuando la brisa del mar llega con nubes, lluvias, truenos y relámpagos que refrescan y purifican la atmósfera, y limpian las calles de la ciudad. Entonces, las tardes y las noches son agradables. Esto no cambió nada durante el mes que estuve allí.

Las ricas producciones vegetales de la región realzan más la belleza de la ciudad. En casi todos los jardines crecían la bella palmera miriti, el palmito, la nuez del cacao, la canela, el árbol del pan y las ricas y verdes enredaderas de pimienta negra. Aquí el rápido crecimiento de los vegetales es asombroso. Las calles que se abrieron hace seis meses en los suburbios de la ciudad, ahora están llenas de arbustos de estramonio, o hierba de Jamestown, de seis pies de altura. Hay varios árboles de almendras en diferentes partes del pueblo, los cuales son muy decorativos. Estos árboles tienen ramas horizontales que dan la vuelta al tronco a intervalos de cinco o seis pies, el círculo más bajo es el más largo; de manera que se parecen, en forma, a la araucaria excelsa. El Sr. Norris y yo pensamos que es increíble que de una fila de estos árboles, sembrados frente a una casa o fila de casas, el árbol más grande sea invariablemente el que está cerca de la puerta. Nos percatamos de esto, especialmente en el caso de unas hileras plantadas enfrente de las barracas que hay en dos partes de la ciudad. El árbol más bajo, al lado del cual se paraba el centinela, era en ambos casos el más alto de la hilera.

Durante una caminata por los suburbios del pueblo, vimos lo que pensábamos era una palmera que crecía de la horcadura de un árbol de otra especie; pero después de examinarla, descubrimos que el árbol del cual crecía la palmera, era una enredadera que al enroscarse en la palmera cerca del suelo, cubría el tronco casi en unos quince o veinte pies y luego le brotaban ramas a cada lado. Parecerá extraño que la llamemos enredadera, al tener ramas de al menos diez pulgadas de diámetro; pero sí lo era. En Cuba se le conoce como el árbol parricida, porque siempre mata al árbol que la sostiene. (Har. Mag., enero, 1853).

Sin embargo, el objeto más curioso de Pará fueron las ruinas de una vieja ópera cerca del palacio. La exuberante vegetación de la región se ha extendido sobre ellas y el pilar, el arco y la cornisa son del verde más vivo y bonito.

La sociedad de Pará también es simpática. Lamento decirlo pero los hombres parecen estar más allá del trabajo. La mayoría son Hidalgos* o caballeros; y casi todos trabajan para el Gobierno, con salarios extremadamente bajos. Me han dicho que en toda la ciudad de Pará no hay más de una docena de brasileños que se dedican al comercio de cualquier tipo. Las mujeres son sencillas, francas, respetan sus costumbres y van con asiduidad a las fiestas y bailes. Asistí a un baile que mensualmente realiza una sociedad de caballeros y me complació ver el buen gusto que se mostró en su organización. El traje de etiqueta estaba prohibido. Nadie podía presentarse con diamantes; y el resultado de esto, era que todas las jóvenes bellas tanto de las clases simplemente respetables, como de las ricas, se reunían y disfrutaban del baile.

Pero el principal encanto de Pará, como el de otros lugares tropicales, es la Dolce far niente (1). En estos territorios, los hombres no son ambiciosos. No les molesta, como a la mayoría del sexo masculino de climas más fríos, ver que sus vecinos les sacan ventaja. Se conforman con vivir y disfrutar, sin trabajar, de los frutos que espontáneamente les ofrece la tierra. Creo que en la mayoría de los casos, los brasileños estarían perfectamente conformes si tuviesen comida, aun de la más corriente, para sobrevivir; café o té para beber, cigarros para fumar y una hamaca para dormir.

Esto por supuesto se debe al clima. Hubo un tiempo cuando la nación portuguesa no era inferior a ninguna otra en cuanto a descubrimientos marítimos y científicos, arriesgadas exploraciones, colonizaciones exitosas, artes y armas. Pero creo que el intrépido y ambicioso inglés, el vivaz y cosmopolita francés, y el recio, perseverante y astuto norteamericano, a quien no le gusta que nadie lo aventaje, con el transcurso del tiempo también se hubieran rendido a la relajante influencia de un clima que impide esforzarse y al encanto de una situación donde se puede vivir sin necesidad de trabajar.

Entonces, para hacer que las ricas y variadas producciones de esta región están disponibles para propósitos comerciales y para que satisfagan las necesidades superfluas del hombre, es necesario que el trabajo sea compulsivo. Es al Brasil y a sus economistas políticos a quienes corresponde la tarea de investigar y de decidir cómo y por qué método se debe lograr esto.

El sentimiento común del mundo civilizado está en contra de la renovación del comercio de esclavos africanos; por lo tanto el Brasil debe buscar en otra parte la mano de obra necesaria para cultivar sus tierras. Sus indios no trabajarán. Como la llama del Perú, morirán antes que hacer más de lo necesario para sobrevivir. Me da la impresión que si el Brasil no tuviera celos infundados y un miedo pueril de nuestra gente, e invitara a colonos al valle del Amazonas, podría encontrarse entre nuestros hacendados sureños, hombres que al estar preocupados (si no por ellos mismos, si por sus hijos) por la situación de la esclavitud en el país, enviarían, con suficientes garantías, a sus esclavos a este país para cultivar la tierra, explotar sus recursos y aumentar prodigiosamente el poder y riqueza del Brasil.

El esclavo negro parece estar contento en el Brasil. Esto lo notan todos los extranjeros; y muchas veces en Pará, si no fuera porque me señalaron un grupo de felices, conversadoras y alegres mujeres negras, con sus canastas de ropa lavada, yo no me hubiera percatado de los males de la esclavitud. En Pará, los dueños de esclavos varones les piden generalmente de cuatro a cinco testones diarios, (veinte testones hacen un dólar) y los dejan libres para que se vayan como puedan. Los esclavos se organizan en bandas o compañías, eligen a su capitán, quien los dirige y controla su trabajo, y se conectan con un cierto número de casas mercantiles para realizar el trabajo de cargadores. La cuadrilla de cargadores que trabaja para el Sr. Norris, así como para todas las casas norteamericanas e inglesas, sumaba cuarenta. A cada hombre se le paga aproximadamente tres centavos por llevar una bolsa o caja y cuatro centavos por llevarla al depósito y colocarla en una barcaza. El descargar y cargar un barco de tamaño mediano, cuesta de ciento cincuenta a doscientos dólares.

Muchas veces vi a estas cuadrillas de negros llevando cocoa al muelle. Siempre estaban conversando y cantando alegremente y paraban frecuentemente para ejecutar un tipo de danza con los bultos sobre sus cabezas, duplicando de esa manera su trabajo. Cuando se depositaba la carga, el capitán, quien no trabaja a menos que la cuadrilla esté en apuros, los ordena de manera militar y los hace marchar de regreso por otra carga.

Hay carretas tiradas por bueyes para cargar barriles u otros bultos o artículos pesados de mercadería.

Las iglesias son grandes y abundan en Pará. La catedral es una de las iglesias más bellas del Brasil. Su personal consiste en dignidades, canónigos, coro y otros empleados, sumando setenta y cuatro.

Un gran convento de los jesuitas, cerca de la catedral y que tiene anexa una decorada y bonita capilla, se usa ahora corno palacio obispal y como seminario teológico. Los funcionarios del seminario son un rector, un vicerector y seis profesores; sus estudiantes suman ciento quince; su renta es aproximadamente de cinco mil dólares, de los cuales mil provienen del tesoro provincial; enseñan latín, idiomas, filosofía, teología, historia, geografía y música vocal e instrumental.

Sólo hay dos conventos en Pará, uno de la orden de San Antonio y el otro de los carmelitas calzados.

Asistí a la celebración de la festividad de la Santa Cruz en la capilla del convento de los carmelitas. Había una congregación numerosa y bien vestida, y la iglesia estaba perfumada con la fragancia de plantas esparcidas por el suelo. No había cuadros bonitos en la iglesia, pero los candelabros y otros adornos del altar eran muy pesados y lujosos. Durante la insurrección de los cabanos, se respetó la propiedad de la iglesia; pero me dijeron, que aunque respetaron sus adornos, los sacerdotes no supieron manejar sus propiedades adecuadamente y ahora ya no son tan ricos en esclavos y en propiedades como antes.

Aunque en el Brasil el clero es tan inteligente y capaz como sus hermanos del Perú, creo que aquí no tiene tanta influencia sobre la sociedad como allá. Esto se puede comprobar en una anécdota que me contó un inflexible Chefe de Policia**, quien prohibió al clero enterrar a una de sus dignidades en la nave de la iglesia, durante la fiebre amarilla; pero le permitió, aunque contra sus deseos, depositar el cuerpo en un cementerio público y asistió a caballo a la procesión funeraria para ver que se obedecieran sus órdenes. Esto también se puede observar en el hecho que la asamblea provincial se reúne en un ala del convento carmelita y que parte de la iglesia de la Merced se ha convertido en aduana y barracas.

Hay cuarenta y un escuelas primarias públicas en la provincia que educan a mil ochenta y siete pupilos. Esto da un promedio de uno por cada ciento seis personas libres en provincia. Cada alumno le cuesta al Estado aproximadamente siete dólares y medio.

En las cuatro escuelas de latín, se educa una persona de cada quinientas sesenta y cuatro y a un costo de veintiséis dólares.

En el Colegio de Pará, llamado Lyceo da Capital, el promedio educado es de uno de cada doscientos once, a un costo de sesenta y dos dólares.

Hay dos importantes instituciones de instrucción en Pará, una que educa a los niños pobres como técnicos y los cuales están obligados a pagar por su educación trabajando para el Estado; y la otra que enseña los quehaceres prácticos de la vida a las niñas huérfanas y abandonadas. Creo que esta educación es obligatoria y que el Estado busca a niños vagabundos y niñas abandonadas para estas instituciones. También hay otra escuela de educandos** para el ejército.

La provincia también mantiene a tres jóvenes con el propósito que completen su educación en algún colegio superior de Europa.

En la ciudad hay varios hospitales e instituciones caritativas, entre las cuales hay una muy especial. Este es un lugar donde se reciben niños abandonados, mantenidos por la ciudad. Un cilindro con un receptáculo lo bastante grande como para recibir un bebé, gira sobre un eje en una ventana; cualquiera puede venir disfrazado en la noche, depositar un niño en el cilindro, voltear el receptáculo, e irse sin haber sido visto. Hay enfermeras que se encargan del cuidado del niño.

Aunque acosé a todos mis conocidos, no pude obtener cifras en relación a esta institución, ni saber si era tan beneficiosa o no. Sin embargo, juzgo que lo es para esta región. La opinión pública de aquí, no condena, o al menos trata muy indulgentemente, los pecados de fornicación y adulterio. Por lo tanto, esta institución, aunque ayuda a disminuir el infanticidio, no estimula con el encubrimiento los pecados antes mencionados; ya que como no hay vergüenza no hay necesidad de encubrimiento. Al hablar así, no me refiero en absoluto a las altas clases del Brasil.

El Gobierno ejecutivo y legislativo de la provincia, está formado por un presidente y cuatro vicepresidentes designados por la Corona, y por una asamblea legislativa.

La Asamblea Provincial se reúne una vez al año, en el mes de mayo. La duración de sus sesiones la determina ella misma. Elige a su funcionario que la presidirá. Es un sistema representativo muy ineficaz. La gente de los distritos elige a los electores, quienes escogen a los delegados y a los suplentes* o substitutos. La mayoría de los suplentes pertenecen a la ciudad, tienen pocos conocimientos de las necesidades y no comparten los sentimientos de la gente que representan. Cada delegado (al menos este es el caso en la provincia de Amazonas) recibe un dólar y sesenta y seis centavos por día; y el salario del Presidente de esa provincia es de mil seiscientos sesenta y seis dólares con sesenta y seis centavos; es posible que el salario del Presidente de Pará sea mayor.

La policía de la provincia está bajo el mando de un chefe de policia**, con delegados para cada comarca y subdelegados para los termos** y municipios**. Estos funcionarios emiten y sellan los pasaportes y el viajero debe dirigirse primero a ellos.

La justicia está formada por Juizes de direito (2): tres para la comarca* de la capital y uno para cada una de las otras comarcas* de la provincia. aparte de los Juizes municipaes (2) y de los orfaõs**. El Juiz de direito** tiene un trabajo muy especial y poderes extraordinarios: aparte de ser juez, preside el jurado y vota en él. Tanto él como el demandado, pueden apelar desde su corte a una corte superior, llamada la Corte de Relacâo**, cuya sede está en Maranham y tiene jurisdicción en las dos provincias de Maranham y Pará. En el imperio hay tres o cuatro de tales cortes y ellas apelan a la Corte Suprema de Rio Janeiro (sic).

"Las personas se quejan amargamente del retraso y de las discusiones en la administración de justicia. He escuchado de casos de criminales confinados en prisi6n por muchos años, tanto en el Perú como en el Brasil, que están esperando que se les juzgue. También se dice, aunque no sé nada de esto, que los jueces son muy propensos al soborno. Sin embargo, pienso que éste es probablemente el caso, debido a la insuficiencia de salarios que generalmente paga el Gobierno.

Creo que el código brasileño es benigno y humano y estoy seguro que es humanamente administrado. Pienso que los brasileños tienen un horror muy peculiar de tener que regir su vida por procedimientos judiciales. No se acobardan en el combate y un arrebato de cólera y celos los inducirá fácilmente a matar, pero me imagino que los casos de pena de muerte son muy raros en Brasil.

La policía de la ciudad es excelente, pero no tiene nada que hacer, salvo, apresar de vez en cuando a un marinero extranjero borracho. En Pará, es muy raro el crimen, como por ejemplo, violencia, agravios, robos, embriaguez, &a. Probablemente la gente es demasiado floja para ser mala.

La provincia cubre un área de cerca de 360,000 millas cuadradas y tiene una población de 129,828 personas libres, con 33,552 esclavos.

A pesar que necesita más población, ha sufrido, de tiempo en tiempo, considerables emigraciones. Se calcula que de diez a doce mil personas fueron asesinadas durante la insurrección de los cabanos ocurrida en 1853. Desde aquella época, diez mil han sido reclutados como soldados para las guerras del sur y en un año, la fiebre amarilla y la viruela mataron entre cuatro y cinco mil más.

La guerra con los cabanos fue una insurrección servil, instigada y dirigida por unos cuantos hombres turbulentos y ambiciosos. La causa aparente fue el descontento con el gobierno provincial. La verdadera causa parece haber sido el odio hacia los portugueses.

Charles Jenks Smith, en ese entonces Cónsul en Pará, escribe al honorable John Forsyth, con fecha 20 de enero de 1835.

"Después del feliz término de la guerra en el Acará, esta ciudad había quedado en un estado de perfecta calma hasta la mañana del 7 del presente, cuando una revolución popular estalló entre las tropas, dando como resultado, un cambio total del gobierno en esta provincia. El Presidente y el General-das-Armas** fueron asesinados en el palacio por los soldados que allí estaban apostados, entre las 4 y las 5 a.m. Inglis Comandante de corbeta Defensora y Capitán del puerto, también fije asesinado al ir de su domicilio hacia su barco. Los oficiales subalternos de guardia fueron aniquilados por la tropa, la cual, poniéndose bajo el mando de un sargento llamado Gómez, tomó posesión de todos los puestos militares de la ciudad."

"Cerca de cincuenta prisioneros fueron entonces puestos en libertad y formando un grupo, fueron a una parte de la ciudad llamada Porto de Sol,.e iniciaron una indiscriminada masacre de todos los portugueses que pudieron encontrar en aquella vecindad. De este modo, cerca de veinte tenderos respetables y otros perdieron la vida."

"Se colocaron guardias a lo largo de la orilla, para impedir que cualquier persona se embarcara y se disparó a varios portugueses que intentaban escapar.."

Se proclamó un nuevo presidente y un Generaldas Armas**, pero pronto riñeron. El Presidente, llamado Melchor, fue apresado y asesinado por sus guardias y Vinagre, General-das-Armas**, tomó el gobierno. En los conflictos inherentes a este cambio, aproximadamente doscientas personas murieron. Las personas y las propiedades de todos los extranjeros fueron respetadas, salvo las de los portugueses. A muchos de éstos se les insultó y otros fueron asesinados.

A pesar de que los buques de guerra brasileños hicieron varios intentos por expulsarlo, Vinagre ocupó la ciudad hasta el 21 de junio, fecha en la que tuvo que abandonarla debido a la llegada de un presidente recién elegido. Durante estos intentos las corbetas inglesas Racehorse y Despatch, una corbeta portuguesa y dos bergantines de guerra franceses, ofrecieron sus servicios para proteger al Cónsul norteamericano.

El 4 de agosto, Vinagre irrumpió nuevamente en la ciudad. Las embarcaciones inglesas y portuguesas desembarcaron a sus marineros, pero hastiadas de la conducta del Presidente, los retiraron casi de inmediato. No obstante, el fuego de la Racehorse frustró los intentos de Vinagre de apoderarse de la artillería que pertenecía a la ciudad.

El 23 de agosto, el Presidente entregó la ciudad a los rebeldes, cuyo líder se esforzó él mismo por resguardar la vida y propiedad de los extranjeros, permitiéndoles desembarcar y tomar de la aduana y de sus propios almacenes, lo esencial de sus bienes.

Los rebeldes ocuparon la ciudad hasta el 13 de mayo de 1836, cuando finalmente fueron expulsados por las autoridades legales, apoyadas por un numeroso cuerpo de soldados de Rio Janeiro (sic). Sin embargo, retuvieron la mayor parte de los pueblos del río sobre Pará, hasta fines del año 1837. Hicieron atrocidades, mataron a muchos blancos con un barbarismo sin precedentes y destruyeron sus cosechas y ganado. Así, la provincia quedó postrada por muchos años. Pienso que aún existen las causas que motivaron aquella insurrección y creo que un hombre intrigante y hábil podría fácilmente inducir a los tapuios a sublevarse contra sus patrones. El previsor y patriótico presidente Coelho, siempre vio el peligro y trabajó intensamente para lograr la promulgación de leyes eficientes para el gobierno de la comunidad de tapuios y para la propia organización de la fuerza militar de la provincia. En el segundo caso, sus esfuerzos tuvieron éxito y no hace mucho se ha establecido un buen sistema de milicia.

La ciudad de Pará se abastece con carne de res de la gran isla de Maraj6, situada al lado de la desembocadura del Amazonas. Esta isla tiene un área de superficie aproximadamente de diez mil millas cuadradas y es una región con abundante pasto. En 1644 se introdujo por primera Vez el ganado del Cabo de las Islas Verdes. Se reprodujo rápidamente y pronto el Gobierno obtuvo un considerable ingreso por el impuesto al ganado.

Antes del año 1824, un buen caballo se hubiera comprado a un dólar en Marajó, pero más o menos por aquel tiempo se produjo una grave enfermedad infecciosa que atacó a los caballos y arrasó con un gran numero de ellos; de manera que ahora Marajó depende de Ceará y de las provincias del sur para su abastecimiento de caballos. Escuché que la aparición de esta enfermedad se debió al hecho que un individuo adquirió del Gobierno, el derecho para matar diez mil yeguas en la isla, pero en realidad mató muchas más y dejó los cadáveres para que se pudrieran en las praderas, lo cual ocasionó el envenenamiento del pasto y el origen de la peste, la cual barrió con casi todo.

Otros relatos señalan que la peste vino de Santarem y Lago Grande, donde primero atacó a los perros, luego a los capiuaras o cerdos del río, luego a los caimanes y finalmente a los caballos. Ataca el lomo y los ijares, de modo que el animal no puede utilizar sus patas traseras. El Gobierno envió un joven a Francia a estudiar veterinaria, con la esperanza de detener la enfermedad, pero esta medida no tuvo buenos resultados. El mal todavía continúa y apareció por primera vez en la isla de Mexiana, cerca de Marajó, hace diez años. Durante el último año, casi todos los caballos de esta isla han muerto. Creo que nunca ha atacado al ganado encornado.

Las reses para consumo se traen de Marajó a Pará en pequeñas embarcaciones, adaptadas para este fin. Frecuentemente, el viaje les toma una semana y durante todo ese tiempo, disponen de muy poca comida y agua; de modo que cuando llegan, casi todas tienen que ser auxiliadas.

La carnicería y venta está a cargo de la Dirección Municipal y la ley regula el precio de la carne de res. Este es aproximadamente cinco centavos y medio la libra. Los caballeros crían caballos y vacas lecheras en Pará o en sus alrededores. Generalmente se les alimenta con heno norteamericano. Se obtiene una pequeña cantidad de pasto de las roçinhas** o pequeñas granjas, en los alrededores de la ciudad y se saca un alimento tolerablemente bueno de una fina harina que se encuentra entre la barcia y el grano del arroz. Esta se llama muinha** (quim en Maranham) y se usa mucho mezclada con la barcia.

La isla de Marajó está muy bien cortada con ensenadas, las cuales, en la temporada de lluvias, inundan las tierras bajas y forman pantanos que se convierten en tumbas para un gran número de ganado. En esta época, el ganado también se amontona en las lomas de tierra que están sobre las aguas durante la inundación y una gran parte de él cae víctima de los jaguares, los cuales abundan en la isla. Estas ensenadas también están llenas de caimanes. El Sr. Smith, anterior cónsul en Pará, me contó que allí había visto el cadáver de uno que tenía treinta pies de largo.

En Pará vi una serie de raros y bellos animales. El Sr. Norris tenía algunas anguilas eléctricas y un par de grandes y hermosas anacondas. Nunca había escuchado silbar a una serpiente antes que escuchara a éstas y el sonido me llenó de repugnancia y temor. El ruido era muy parecido al que deja escapar un vapor a cierta distancia. u extrema rapidez y violencia con la que se estiraban cuando estaban enrolladas (lacerándose sus bocas contra la tela metálica de la jaula) era lo suficientemente exasperante para un hombre nervioso; y casi muy poco ayuda el retroceder cuando esto sucede. Estos animales medían cerca de dieciocho pies de largo y la piel, la cual cambian casi todos los meses, medía dieciocho pulgadas de circunferencia. Pocas veces comen; cuando era conveniente se les daba un pollo o una rata. Matan a su presa, triturándola entre su cabeza y un pliegue de su cuerpo y la tragan con deliberación. Me imagino que podrían sobrevivir totalmente sin comida por seis meses.

Varios caballeros tenían tigres en sus establecimientos. Eran dóciles y juguetones en su trato con personas conocidas, pero generalmente se les mantenía encadenados por temor a que hirieran a extraños. Por otro lado, su juego no era muy tierno ya que sus garras casi siempre dejaban marca.

El Sr. Pond, un norteamericano, tenía un par de tigres negros, que eran los más hermosos animales que he visto. El color de fondo del cuerpo era un rojo muy oscuro, pero estaba tan densamente cubierto con manchas negras que, de un vistazo casual, el animal parecía completamente negro. El brillo del color, el fulgor salvaje de los ojos, el formidable aspecto de sus colmillos y garras, y su fuerza evidentemente enorme, les daban una apariencia muy imponente. No eran tan grandes como el tigre de bengala pero sí más grandes que el jaguar común. En Pará se les cría desde cachorros.

Las anguilas eléctricas se encuentran en gran numero en las ensenadas y zanjas cerca de Pará. La más grande que he visto tenía más o menos cuatro pulgadas de diámetro y cinco pies de largo. Su sacudida me fue desagradable pero no dolorosa. Sin embargo, algunas personas son mucho mas susceptibles que otras. El capitán Lee, del Dolphin, no sintió en absoluto la sacudida de una anguila, la cual afectó tanto a una dama que la hizo tambalearse y casi caer. Parece que a los animales les afecta mucho más que a los hombres. El Sr. Norris me contó que había visto a un caballo beber de una cuba donde había una de estas anguilas y sacudirse enteramente hasta las patas. Puede ser que el choque eléctrico se haya comunicado directamente con el estómago por medio del agua que estaba tomando; sin embargo, Humboldt ofrece un relato muy interesante sobre la manera como se pueden capturar estas anguilas por medio de caballos, lo cual demuestra que éstos son particularmente susceptibles al choque. El señala:

"Impacientes por la espera y luego de haber obtenido resultados muy inciertos de una anguila eléctrica que nos trajeron viva pero muy débil, recalamos en el caño de Bera para realizar nuestros experimentos, al aire libre, a orillas del agua misma. Es muy difícil capturar el gimnoto con redes, debido a la extrema agilidad del pez, el cual se entierra en el lodo como una serpiente. No íbamos a emplear el barbasco. Estos medios hubieran debilitado al gimnoto. Por lo tanto, los indios nos dijeron que 'pescarían con caballos', 'embarbascar con cavallos'. Nos fue difícil formarnos una idea de esta extraordinaria forma de pescar; pero vimos regresar a nuestros guías de la Sabana, la cual habían estado recorriendo en busca de caballos salvajes y mulas. Trajeron cerca de treinta, a los que forzaron a entrar al estanque."

"El ruido extraordinario causado por los cascos de los caballos hace que el pez emerja del lodo y lo induce a pelear. Estas amarillentas y lívidas anguilas que se parecen a grandes serpientes acuáticas, nadan en la superficie del agua y se arremolinan bajo el vientre de los caballos y mulas. Una contienda entre animales de tan diferente organización, ofrece un espectáculo sorprendente. Provistos de arpones y largas cañas delgadas, los indios rodean el estanque cuidadosamente y algunos trepan a los árboles y extienden sus ramas horizontalmente sobre la superficie del agua."

"Con sus gritos salvajes y la longitud de sus cañas, impiden que los caballos huyan y lleguen a la orilla del estanque. Las anguilas, aturdidas por el ruido se defienden con la continua descarga de sus baterías eléctricas. Durante un largo tiempo parecen que van a salir victoriosas. Varios caballos se hunden por la violencia de los golpes invisibles que reciben de todos lados en los órganos esenciales para la vida y atontados por la potencia y frecuencia de las sacudidas, desaparecen bajo el agua. Otros, jadeando, con su miembro erecto y ojos demacrados que expresan angustia, se levantan y tratan de huir de la tormenta que los ha sobrecogido. Los indios los hacen retroceder al centro del agua; sin embargo, un pequeño número logra eludir la atenta vigilancia de los pescadores. Estos ganan de nuevo la orilla, tambaleándose a cada paso y se tienden en la arena, agotados y con sus extremidades entumecidas por los choques eléctricos del gimnoto."

"En menos de cinco minutos se ahogaron dos caballos. La anguila, de cinco pies de largo, se aprieta contra el vientre del caballo y produce una descarga a lo largo de toda la extensión de su órgano eléctrico. Inmediatamente ataca el pecho, los intestinos y el plexus coeliacus de los nervios abdominales. Es natural que el efecto que los caballos sienten, sea más poderoso que el que se produce en el hombre, por el contacto del mismo pez en sólo una de sus extremidades. Probablemente los caballos no mueren, pero se aturden y se ahogan por la imposibilidad de levantarse en medio de la prolongada lucha entre los otros caballos y las anguilas. ."

"Casi no tuvimos duda que la pesca terminaría por matar, sucesivamente, a todos los animales comprometidos, pero poco a poco disminuyó la impetuosidad de este desigual combate y los cansados gimnotos se esparcieron. Necesitan un largo descanso y abundante alimento para reponer la fuerza galvánica que han perdido. Las mulas y caballos parecen menos asustados. Sus crines ya no se erizan y sus ojos expresan menos temor. El gimnoto se aproxima tímidamente al borde del pantano donde se le atrapa por medio de pequeños arpones atados a largos cordeles. Cuando los cordeles están muy secos, los indios no sienten ninguna sacudida al levantar el pez en el aire. En unos cuantos minutos tuvimos cinco grandes anguilas, la mayoría de ellas estaba sólo levemente herida.* (3)

Las tiendas de Pará están bien abastecidas con mercancías inglesas, francesas y norteamericanas. los comestibles generalmente vienen de Portugal. Los almacenes están amontonados con pilas de caucho, nueces, cueros y canastas de achiote. Este pigmento se hace de la semilla de una cardencha que crece en un arbusto llamado urucú en el Brasil y achiote en el Perú. En el segundo país, crece silvestre en gran abundancia; en el primero, se le cultiva.

La semilla se planta en enero. Es necesario que el suelo se conserve limpio, que se saquen los retoños y que se pode el árbol para evitar un crecimiento demasiado prolífico y para dar espacio, de manera que las ramas no se entrelacen. El árbol crece de diez a quince pies de altura y su primera cosecha la da en un año y medio. De allí en adelante da dos cosechas al año. Cada año da tres o cuatro libras de semilla, la cual es aproximadamente del tamaño de una bala N' 3, pero de forma irregular. Está contenida en una espinosa cardencha, más o menos del tamaño y forma de aquélla del chincapino.

Las cardenchas se recogen justo antes que abran y se ponen al sol para que sequen, entonces la semilla se pisa o se golpea. La substancia colorante es un polvo rojo que cubre la semilla, cuya parte principal se obtiene al remojar la semilla en agua por veinticuatro horas, luego se le pasa entre cilindros giratorios y se le muele hasta convertirla en pulpa. La pulpa se coloca en un tamiz llamado gurupema, hecho de tela de algodón; se vierte agua y se filtra. Esta operación se repite dos veces más y luego se bota la pulpa. El licor extraído se hierve hasta que toma la consistencia de una masilla. Se añade un poco de sal y se empaca en cestas aproximadamente de cuarenta libras, alineadas y cubiertas con hojas. Frecuentemente se adultera mucho con arroz cocido, tapioca o arena, para aumentar el peso. En Pará, el precio fluctúa entre los tres y cinco dólares la arroba de treinta y dos libras.

Un examen de los siguientes cuadros nos dará una mejor idea del comercio en Pará. El primero es un informe oficial que el Presidente de la provincia proporcionó a la Asamblea Provincial

Años
Lugares.
Valor de las importaciones
Valor de las exportaciones
Relativo acada lugar
Relativo acada año
Relativo acada lugar
Relativo acada año
1846 Gran Bretaña
$ 160,050
 
$ 117,813
 
  Francia
52,924
 
107,791
 
  Portugal
87,608
 
123,156
 
  Ciudades
 
 
 
 
  Hanseáticas
19,993
 
42,693
 
  Estados Unidos
235,105
 
182,742
 
  Trieste
 
 
3,818
 
  Génova
 
 
26,202
 
  España
2,627
 
 
 
  Puertos
 
 
 
 
. Bálticos
 
 
12,188
 
  Bélgica
1,995
$ 560,302
5,649
$622,052
1847 Gran Bretaña
211,442
 
116,881
 
 
Francia
131,347
 
162,546
 
 
Portugal
108,431
 
128,548
 
 
Ciudades
 
 
 
 
 
Hanseáticas
20,519
 
18,959
 
 
Estados Unidos
230,531
 
171,577
 
 
Trieste
 
 
17,182
 
 
Génova
2,577
 
22,705
 
.
Bélgica
6,032
710,879
8,551
646,949
1848 Gran Bretaña
149,774
 
93,508
 
 
Francia
85,856
 
114,701
 
 
Portugal
113,496
 
146,933
 
 
Ciudades
 
 
 
 
 
Hanseáticas
9,576
 
30,012
 
 
Estados Unidos
219,777
 
145,366
 
 
Dominios
 
 
 
 
 
Austríacos
2,686
 
 
 
 
Génova
 
 
11,609
 
 
Dinamarca
7,638
 
10,205
 
 
Bélgica
483
589,286
12,547
564,881

A continuación aparecen los cuadros proporcionados por el Sr. Norris, cónsul de los Estados Unidos en Pará:

COMERCIO NORTEAMERICANO EN PARA EN 1850

Nº de embarcaciones
Tonelaje
Hombres
Valor de las importaciones
Valor de lasexportaciones
33
5,452
275
$ 420,186
$ 522,293

COMERCIO BRITANICO EN 1850

Nº de embarcaciones
Tonelaje
Hombres
Valor de las importaciones
Valor de lasexportaciones
16
3,375
276
$ 199,790
$ 291,950

COMERCIO DE PARA EN 1850

 
Nº de embarcaciones
tonelaje
Hombres
Valor de las importaciones
Valor de las exportaciones
Norteamericano
30
4,574
226
$ 425,434
$ 476,210
Británico
14
2,732
139
275,000
335,000
Francés
10
536
99
122,830
188,699
Portugués
19
3,666
312
231,457
215,142
Hamburgués
2
510
18
27,500
131,000
Belga
2
320
20
5,250
16,250
Danés
2
480
22
4,750
34,000
Sueco
2
420
22
-----
28,500
 
 
 
 
 
 
 
81
14,238
858
1,092,271
1,424,801

 

Estoy en deuda con el Sr. Chaton, cónsul francés en Pará, por el siguiente cuadro, que muestra el valor promedio anual de los artículos de exportación de la ciudad de Pará.

Productos
Cantidades
Valor
Valor
Caucho
92,000
arrobas
$ 552,000
Cacao
230,000
270,900
Algodón
6,126
10,583
Canela (en palo)
600
1,633
Cera vegetal
457
69
Sarapia
80
600
Colapez
998
15,968
Soga de piassaba (sic)
42,192
42,192
Goma de copal
634
634
Huesos
2,000
640
Nuez moscada brasileña
1,020
3,060
Arroz pilado
108,543
65,126
Achiote
7,210
36,050
Azúcar
21,350
16,012
Zarzaparrilla
3,897
35,073
Nueces
28,208
alquieres
18,952
Tapioca
2,000
3,000
Arroz sin pilar
112,000
6,400
Carajurú
400
libras
388
Cueros verdes
406,900
20,345
Guaraná
3,450
1,500
Ganado
300
4,500
Madera - Para andas
349
pies
614
    Rolliza
113
1,084
    Tablones
1,535
1,534
    Planchas
52,217
1,468
Cuero secas
15,000
libras
19,445
Pieles de tigre
228
456
Zapatos de caucho
192,000
pares
38,400
Melaza
2,888
potes
2,888
     
$41,171.514

A esta cantidad se debe agregar el valor de 7,338 canadas de bálsamo de copaiba, que cuando estuve allí, estaban valorizadas en tres dólares, ahora tienen un valor de siete dólares y medio; aparte de los potes de aceite de tortuga, de caimán y de nuez de andiroba, que el Sr. Chaton no incluyó en su lista. Sin embargo, estos últimos son insignificantes.

Extractos de las cartas de Henry L. Norris, cónsul de los Estados Unidos en Pará, al Departamento de Estado:

"La mercadería, producto de esta región, se compra generalmente en efectivo o a cambio de productos de otros territorios, por medio del trueque. No se hacen concesiones en cuanto a descuentos, ni se paga corretaje en las compras. El efectivo tiene generalmente la ventaja sobre el trueque en el precio del producto, en una suma de cinco a diez por ciento. El negocio norteamericano se hace principalmente al contado, mientras que el británico, francés y portugués es esencialmente por trueque; los productos secos, &a., se venden a un crédito largo y se toman productos en parte de pago. Con los últimos, las ganancias del comercio están en el cargamento exterior; mientras que con el primero, la ganancia, si hay alguna, está en el envío hacia su país."

"Aquí no se permiten subsidios o vales de ningún tipo."

"La comisión usual por la compra y embarque de mercaderías es del dos y medio por ciento y es la misma para todo tipo de producto."

"Con pocas excepciones, el comercio norteamericano es conducido ya sea por accionistas o representantes de firmas en su país; por consiguiente, nunca se emplean corredores para comprar productos y no se paga ningún corretaje. Cuando las mercaderías extranjeras se subastan, la comisión que se paga es del uno por ciento para lencería y uno y medio para víveres."

"Toda la mercadería se trae al mercado, por agua y generalmente se entrega a los almacenes del comprador o a bordo del transporte."

"Los impuestos a la exportación son los siguientes:

Meio dezimo**
(para la iglesia)
......... 5 por ciento
Exportação**
(para el gobierno)
......... 7 por ciento
Vero pezo**
(peso)
....... 1/2 por ciento
Capitazia
(pago por el trabajo)
un cuarto de centavo la arroba, en todo tipo de mercadería.

"Estos impuestos se fijan según la tasación de la aduana, la cual se realiza al inicio de cada semana y no según el costo del producto, ya que en ese costo se incluye un impuesto del cinco por ciento, el cual se paga por algunos artículos que se desembarcan en el puerto de exportación. Este último es un impuesto provincial que se pone al caucho, tapioca y farinha**."

'Los productos que vienen de una provincia interior, tales como pieles secas, no pagan el meio dezimo** de cinco por ciento, puesto que éste se paga cuando se embarca en el lugar de producción, y este impuesto, junto con el flete, trabajo, &a., entra al precio de costo de la mercadería en este puerto, el cual es el único puerto de embarque para las provincias de Pará y del Amazonas."

"En este puerto no hay muelle, comercio, ni impuestos municipales que se tengan que pagar."

"Se alquilan barcaza a dos dólares diarios, que cargan de cuarenta a cincuenta toneladas."

"El trabajo de cargador lo realizan negros, quienes colocan el cargamento en las barcazas a precios que varían según la distancia, de tres a cuatro centavos por saco de cacao, caucho, &a., y de seis a ocho centavos por barriles y cajas."

"Las nueces y el arroz en cáscara se depositan junto a la embarcación a expensas del vendedor."

"Los paquetes tales como cajas, barriles y sacos se importan de los Estados Unidos y a excepción de los barriles que vienen llenos de harina, los demás pagan un impuesto de treinta por ciento."

"El costo de barrilería es ocho centavos por barril. El productor paga todas las importaciones locales o impuestos y están incluidos en el precio de venta del artículo. Al comprador se le da un recibo con la mercadería, en el cual consta el pago del derecho provincial y dicho recibo se pide cuando se exporta a un país extranjero o a otra provincia."

"Existe tan poca comunicación con los estados que lindan con esta provincia, que no hay leyes vigentes que regulen el tránsito de mercaderías del Perú, Bolivia, Ecuador, &a., sino que toda la mercadería que baja por el Amazonas se considera como producto o manufactura del Brasil.."

"Por una ley del Brasil, el patrimonio de cualquier extranjero que muere en este país, se somete a la jurisdicción del Juiz dos Ausentes e difuntos**. Un testamento no es ninguna protección para la propiedad, sino que debe ser recuperado, avalado y depositado en el depositario público por un juiz** competente**. La toma de posesión del patrimonio por los herederos es un proceso tedioso y costoso; y cuando la herencia consiste en bienes raíces, se gasta cerca del veinte por ciento en impuestos de varios tipos y en algunos casos desaparece totalmente por la confabulación de los funcionarios encargados del proceso. Por convenio, los franceses están exentos de esto.."

"No hace mucho en Maranham, un cuerpo de soldados se apostó en los alrededores de la casa de un extranjero moribundo y que se suponía poseía una gran cantidad de bienes personales. Aquí también ocurrió un caso similar, el cual creó alarma entre nuestros compatriotas que tienen bienes invertidos en este país, ya que a la muerte de uno o más de los accionistas de cualquiera de nuestras grandes casas mercantiles, los negocios deberán pasar a manos de un Juiz competente***; esto tendría un efecto negativo sobre el crédito y reputación de todos los ciudadanos o individuos de aquellas naciones que no tienen convenio con el Brasil sobre este asunto" (4).

Sólo me queda expresar mi agradecimiento por la amabilidad personal e información que me brindaron muchos caballeros de Pará, sobre todo el Sr. Norris, el Cónsul y Henry Bond Dewey, esq. (5), actualmente cónsul interino. Estos caballeros siempre fueron infatigablemente corteses y a ellos debo la información que doy sobre la historia y situación actual de la provincia y de la ciudad.

El 12 de mayo, por una amable invitación del capitán Lee, me embarqué en el bergantín topográfico Dolphin de los Estados Unidos, después de haber embarcado mis colecciones a bordo del barco clíper de Norris, el Peerless.

NOTAS AL CAPITULO

(1) En italiano en el original. (N.T.)
(2) En portugués en el original. En español son respectivamente: "jueces de derecho" y "Jueces municipales". (N.T.)
(3) Es retraducción pues no se ha traducido del idioma original. (N.T.)
(4) Es retraducción pues no se ha traducido del idioma original. (N.T.)
(5) "Esq." es la abreviatura de "esquire" o escudero; título honorífico británico. Se usa después del apellido. (N.T.)

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