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CAPITULO IV

Minas de Plata de Manto-Comercio-Orillas del Lago Titicaca-Balsas de junco-Animales-Las montañas más elevadas-Indios aymaras-Método de cultivo Pescados enfrascados-Frontera del Perú-Río* Desaguedero (sic: Desaguadero)-Puente de junco-Militares y aduana bolivianos- Vientos alisios del sureste-Ruinas de Tiahuanaco-Evaporación y precipitación-Plantando papas pequeñas-Riña entre postillones- Ciudad de La Paz-Población-Quina-Río Beni y Cuenca Madeira-Plata-Derechos de Tránsito-Lavaderos de oro de Tipuani-Productos de Yungas-Carne de carnero seca y minas de cobre-Artículos de la última constitución-Opinión de una dama boliviana acerca de los norteamericanos-Pico nevado de Illimani-Actos religiosos de los aymaras-Minas de plata de Benenguela-Crecimiento de arbustos de cedro.

Las minas de plata cerca de Puna (sic: Puno), a excepción de una, están paradas. Manto, la mina principal está ubicada a dos millas al sur del pueblo. Ha sido explotada por veinte años; la veta corría casi horizontalmente de oeste a suroeste, elevándose un poco a medida que pasaba por la montaña. Después de que el minero avanzó cierta distancia brotó agua, y se construyó un dique en la boca de la mina para contenerla. Barcazas de hierro navegaban el arroyo, y sacaban cargas de rico mineral de plata; a medida que el minero continuó su recorrido, encontró que su bote era de mayor utilidad. Se puso esclusas en el canal, y el agua se represó con compuertas; cierta distancia más atrás, cuando se construyeron una segunda y tercera compuerta, el arroyo se redujo, y la veta se elevó muy por encima del nivel de la entrada hasta el punto de partida de la navegación. Al continuar avanzando hacia las entrañas de los Andes, el minero construyó una vía férrea de hierro desde el canal hasta el punto de partida de la mina, y siguió alargándola detrás de é1. Cuando el tren bajaba cargado de metal, éste era embarcado y transportado fuera en botes que Llevaban velas encendidas en la proa y la popa, ya que el canal es sinuoso y estrecho, y tiene apenas espacio para que pase el bote entre las rocas.

Una máquina de vapor hace girar una rueda grande de piedra de doce pies de diámetro, debajo de la cual se trituraba el mineral. Se lavaba con agua del canal, y se le separaba del azogue mediante el calor de fogatas que se hacían con los excrementos de las llamas, el único combustible que aquí se conoce. Observaciones meteorológicas en cada esclusa del canal de Manto, muestran en la No. I - aire, 70º; agua, 60º. No. 2 - aire, 69º agua, 60º. No. 3 - aire, 64º; agua, 59º. La distancia hasta el punto de partida de la navegación es de aproximadamente media milla, aunque los trabajadores dicen que es más de una milla. Un inglés ha trabajado aquí en los últimos años, y después de invertir mucho tiempo y obtener pocas ganancias, se ha ido. Manto, con toda su maquinaria, está en ruinas. La mina se está derrumbando; las barcazas hacen agua; la máquina se está oxidando, y la última barcada de mineral de plata se desparramó sobre la tierra. Tengo entendido que la riqueza de la veta ha ido disminuyendo gradualmente a medida que los costosos trabajos han continuado. Trajeron la maquinaria de Inglaterra, y la transportaron por las montañas desde la costa sobre el lomo de mulas, a un gran costo.

La necesidad de traer trabajadores apropiados con la maquinaria también resulta costoso. Las provisiones son escasas en Puno, y la gente de otras partes del país se queja del mercado. En este clima se necesita ropa gruesa, y la sastrería parece ser el mejor negocio. Los ingleses son generosos en sus gastos en maquinaria y preparativos para la minería. Con seguridad, se ha utilizado una gran cantidad de mano de obra en la mina de Manto. Además de ella hay muchas minas en este departamento, y algunas en esta vecindad; pero, a excepción de las minas de oro de Carabaya, se obtienen muy pocas ganancias bajo el actual sistema de administración.

La producción anual de plata en los departamentos de Huancavelica, Ayacucho, Cuzco y Puno ha estado disminuyendo por algún tiempo. La costumbre ha sido abandonar la mina tan pronto como el cincel golpeaba debajo del nivel del agua, y buscar una nueva veta; hasta ahora, cuando queremos plata más que nunca, toda está debajo del agua. Se han hecho pocos descubrimientos nuevos, y parece que la minería se ha vuelto, año tras año, un negocio menos lucrativo. Los comerciantes tienen miedo de adelantar grandes sumas de dinero, por temor de que pueda perderse al agotarse la veta, dejando, maquinaria costosa en sus manos. Sin embargo, hay indudablemente enormes riquezas en los diferentes metales de estos departamentos, los cuales podrían extraerse después de una exploración científica de la región, y con un sistema de explotación de minas juicioso.

Por lo que vemos, no hay razón para esperar que una cantidad tan grande de plata resulte de la parte sur del Perú como en tiempos pasados. la porción criolla de la población evade todo tipo de trabajo; se sientan en la boca de las minas para recibir la plata, y gracias a ella viven una vida desahogada. Para el indio pobre la minería es un trabajo pesado. Pocas veces revela al criollo cualquier descubrimiento nuevo; nunca busca trabajo en la mina, al contrario se inclina hacia el cultivo de la tierra en el agradable clima de los valles; cuida sus rebaños en la ladera, en donde se alimenta, y viste mejor, y en donde sus sentimientos rústicos y sinceros son correspondidos. La lana de oveja y la plata son las principales exportaciones de estos departamentos. Además de corteza peruana, cobre, lana. de alpaca, pieles de vicuña, matico, oro, cueros, y pieles de chinchilla, el año pasado se exportaron más de quinientos mil quintales de nitrato de soda desde el puerto marítimo de Arica.

El correo de Puno al Callao va en el vapor inglés desde Way (sic) llegando en ocho días, y sale de Puno cada dos semanas. La porción criolla de la población no es muy grande, salvo en el ejército. Aquí hay un colegio de enseñanza superior de ciencias y arte, como el del Cuzco. Encontramos a los muchachos practicando el ejercicio de espadones con simples palos.

En los pueblos más grandes el gobierno ha establecido escuelas públicas. En este departamento hay sesenta y tres para muchachos y tres para muchachas. En dichas escuelas admiten a los niños indios y los educan tan bien como a los criollos. Hay pocos esclavos africanos en la parte sur del Perú.

La región está superpoblada; me refiero a las porciones productivas de la tierra. En estos departamentos hay muchas millas cuadradas áridas e improductivas, despobladas, y totalmente inservibles, en lo que a cultivo se refiere, aunque puedan contener una gran riqueza mineral. Los habitantes están confinados a los valles que se encuentran entre las montañas, los cuales por lo general son estrechos, y las cosechas se cultivan principalmente haciendo uso de la irrigación. La región de la Puna se encuentra a mayor altura, y está mejor adaptada para la producción de lana, sin embargo está escasamente poblada. Hay muchos lugares a una altura tal por encima del nivel del mar que la gente no puede vivir allí con ningún tipo de comodidad, así como tampoco pueden obtener sustento alguno de la tierra. La hormiga moriría de muerte forzada, en un lugar donde la llama vive y medra naturalmente. Por otro lado, la llama perecería por el calor en donde la hormiga construye su nido. En los valles profundos se hallan la mayor parte de los niños, la mayor cantidad de vida vegetal, y la mayoría de los animales conocidos en diferentes partes del mundo, tales como el caballo, ganado encornado, gatos domésticos, perros, abejas, y colibríes.

La gente ha dicho que la población de estos departamentos no aumenta en proporción al aumento que se da en las porciones de la parte norte del mundo, y preguntan, por qué es así. La gente de los Andes no se multiplica si no busca las tierras fértiles.

A medida que cabalgamos por las orillas del Lago Titicaca, vemos a los indios chupando el jugo del junco del lago; también lo utilizan para hacer ensalada. El ganado vacuno y equino va vadeando tras éste hasta que el lodo y el agua Llega a sus lomos. Las ovejas que parecen felices de dar un mordisco a algo verde aquí en su tierra de origen, descienden corriendo de las colinas resecas, y se alimentan a lo largo de la orilla. El puerco también viene por su porción. Todo el reino animal corre hacia el lago para conseguir su sustento. Es una invitación expresa para la navegación y el cultivo. Las partes montañosas del Perú son muy áridas.

15 de noviembre de 1853 (sic).- A la I p.m., la mitad del cielo está cubierto con nubes cúmulo. Aire, 56º; agua del lago, 64º. Truenos hacia el norte, y lluvia también; el viento del este sopla fresco. La playa es de arena gris, y por partes tiene pantanos fangosos. El junco crece a lo largo de la orilla. Aquí y allí el lago tiene poca profundidad hasta la isla más cercana, distante aproximadamente una milla. En estos alfaques el junco crece tupido, lo cual les da un aspecto de praderas.

El camino corre a lo largo de la parte baja de los cerros, muy cerca del agua. Hay unas cuantas papas plantadas en la arena; los sembrados se extienden hasta el camino, el cual está precisamente en la marca de nivel alto de agua de la estación húmeda. La planta de papa es el único indicador disponible del nivel de agua; dondequiera que la tierra lo permita, el indio Lleva su hilera, lejos de la base rocosa de los cerros, hacia el lago, y la altura del borde oriental de su sembrado de papas, por encima del nivel del lago, es de un pie. Las papas recién están saliendo, en ocasiones están acompañadas de legumbres. Se vio sobresalir la cola de un chancho, al hozar en busca de la semilla. Las papas son pequeñas pero buenas.

La cerceta de alas azules, el somorgujo negro y las gaviotas blanquinegras se alimentan en el agua. Las agachadizas grandes y pequeñas se deslizan a lo largo de la playa delante de nosotros; mientras que la grulla blanca y alta, que tiene alas, patas y cola de un hermoso color rosado, y un pico negro y prolongado, se pasea altivamente por las aguas. Los juncos verdes y las plumas de diferentes colores presentan un contraste refrescante con las rocas áridas y los cerros polvorientos. En los badenes pequeños puede verse un arbusto de poco tamaño, algunos hacecillos secos de pastos, y mediante una búsqueda muy minuciosa logramos añadir dos especimenes de flores a nuestra pequeña colección botánica, acerca de la cual esperamos haber informado.

Los indios se dirigen al pueblo a celebrar el cumpleaños del Presidente de la República; los ancianos van montados en pequeños caballos achaparrados; los jóvenes Llevan tambores, pífanos, y grandes tocados de plumas, rosadas y blancas, sacadas de la grulla; mientras que las mujeres de edad cargan bebes en ponchos* de algodón colgados sobre sus hombros. Las jóvenes traen provisiones; y los burros cargados con pollos vivos, para ser vendidos en la plaza, avanzan pausadamente delante de las familias. En el lago, una balsa de junco, con una estera de junco a manera de vela, cargada con pescado y papas, avanza de prisa para encontrarse con la carga del burro. Una mujer de edad está al timón, que es una Pértiga larga, el viento parece ser algo excesivamente fresco para ella; a medida que toma por avante, la vela se levanta, pierde el control, y tiene que impeler la balsa con la pértiga para alejarla de los juncos. El grupo que está en tierra se ríe de la mujer, pero ella impulsa y maniobra la balsa con determinación, aunque virar y dirigir la embarcación es un trabajo que hace que se moje bastante, finalmente ella la guía suavemente hacia el puerto.

Desde el pequeño pueblo de Chuiento (sic: Chucuito) vemos las montañas cubiertas de nieve de Bolivia, al otro lado del lago - las montañas más elevadas del Nuevo Mundo; con sus cabezas argénteas enfrían los vientos del este; estamos perplejos en medio de estas grandiosas obras, mientras que contemplamos con un temor reverente. José no puede entender el idioma de estos indios. Estamos entre la tribu de los aymaras, que fue sometida por Cápac Tupanqui (sic: Cápac Yupanqui), el quinto inca, pero que nunca adoptó la lengua quechua. José piensa que es de poca utilidad el ir entre gente con la cual no podemos conversar. Dice que sus paisanos a menudo le han dicho que esta gente es muy salvaje, de lo contrario hablarían español o quechua. Richards trató en inglés, pero no fue de ninguna utilidad; ¡sólo se rieron! Sus hábitos, costumbres, vestido, y apariencia. general es casi la misma que la de las tribus quechuas. Las mujeres son un poco más gruesas y de facciones bastante mejores; son alegres, y Llevan la cabeza en alto más a menudo - el efecto habitual de la belleza en todo el mundo. Los hombres mastican menos coca, por eso son más fuertes, y tienen un aspecto mucho más saludable que los hombres del Cuzco. Hasta donde puedo ver, hay muy pocos casos de enfermedad alrededor del Lago Titicaca.

El gobernador del pueblo envió por nuestros pasaportes a la casa de postas; parecen ser muy exigentes con la gente que va hacia el sur; lo leyó, firmó y devolvió por intermedio del maestro de postas. La gente curiosa va a la casa del gobernador cuando alguien Llega, y después de que él lee el pasaporte lo pasa a todos. De esta manera es como se anuncian las Llegadas aquí. En una ocasión ofendí involuntariamente a todos los hombres que estaban en una habitación, al guardar mis papeles en el bolsillo tan pronto como la persona adecuada los leyó. Es una costumbre de los viajeros el presentar y leer mutuamente sus pasaportes en el camino; de ese modo uno dice su nacionalidad , ocupación, de dónde viene, y cuál es su destino - una muy buena base para una conversación durante el viaje. A través del encargado de negocios de los Estados Unidos en Lima, se me hizo llegar pasaportes expedidos por el gobierno del Perú para todos los prefectos de los departamentos del sur del, Perú por los que pasé. Son raros los Pasaportes expedidos por el gobierno supremo en estos pueblos del interior, los mismos que son leídos con sumo interés.

Las casas de postas se tornan más respetables; algunas de ellas están empapeladas, y cerca de la cama y sobre los asientos se han colocado pedazos de alfombras. Los maestros de postas son criollos blancos, y tienen esposas bonitas; y a los arrieros* se les dignifica como postillones. Al pasar por los pueblos de Ocora (sic: Acora) e Ylave (sic: Ilave), nos alojamos en Juli, que está situado, como los otros pueblos que se encuentran a lo largo del lago, sobre una loma con un talud perpendicular, accidentado y rocoso, que sobresale del agua. El elevado Nevada de Sorata (sic: Nevado de Sorata) se aprecia en toda su magnitud, se dice que tiene una altura de 25,380 pies por encima del nivel del mar.

17 de noviembre de 1851. - Al mediodía, aire 51 º; agua del lago 65º; viento este, directamente desde la cordillera nevada que está al frente; temperatura de un manantial 54º. Después de salir de Juli el camino se desvió entre las colinas hacia la derecha. Pasamos la noche en la casa de postas de Tambilla, que se halla solitaria en la base de las colinas entre nosotros y el lago, y está habitada por el maestro de postas, sus postillones, y algunas cocineras indias, quienes nos prepararon sopa de carnero, con papas. La planicie está poblada de ganado vacuno, ovejas, llamas, caballos, mulas y burros. El pasto está algo más fresco. El viento corre por el valle desde el norte y es desagradablemente frío.

Un azadón indio estaba apoyado contra la puerta de la posta, y mientras Richards estaba parado mirándolo atentamente, con las manos en los bolsillos, los indios lo miraban fijamente y conversaban entre ellos, como si les sorprendiera que un azadón Llamara tanto la atención. Al extremo de un palo torcido de madera se había atado con tiras de cuero crudo una tosca placa de hierro, angosta y larga; cerca del amarre se había atado, también de la misma manera, un cuerno de vaca, sobre el cual el cavador colocaba el pie. Este azadón se utiliza para cavar la tierra en las laderas de las colinas a donde el arado y los bueyes no pueden Llegar. En las húmedas tierras bajas utilizan largas pértigas reforzadas en la parte inferior con pequeñas placas de hierro. Un hombre hunde su pértiga en la tierra, otro se pone al través, y mientras ambos palanquean, un tercero, de rodillas, voltea la tierra herbosa con sus manos. De esta manera forman las praderas en camellones y siembran sobre la tierra desmochada. La cebada llega a su altura máxima con barbas muy largas, pero no produce grano.

Desde el pequeño pueblo de Zepita el contraste entre las montañas cubiertas de nieve que están hacia el este y las aguas de color azul oscuro del lago es extraordinario. Aquí logramos enfrascar dos peces del lago, sin escala, aproximadamente ocho pulgadas de largo, designados para el Profesor Agassiz.

El pueblo de Desaguedero (sic) tiene una población de quinientos habitantes. Llegamos a las 11 a.m., y encontramos al gobernador ocupado diligentemente tomando un desayuno con pescado. Era un indio alegre, gordo y cortés, con tres cuartas partes de sangre india. A cambio del pescado le dimos nuestros pasaportes; después de leerlos, ordenó al sirviente indio que fuera a buscar una botella de vino de Ica. A medida que sacaba el corcho me dijo que los indios creían que el Lago Titicaca vaciaba sus aguas en el Océano Pacífico a través de un pasaje subterráneo que estaba debajo de la cadena de montañas de la Cordillera. Habían encontrado junco del Titicaca tendido sobre la costa cerca de Cobija, el cual se diferenciaba esencialmente de las malas hierbas que crecen en agua salada. Una opinión diferente pareció animarlo, y dijo: "Hay más de veinte corrientes de agua diferentes que corren desde las laderas hacia esta cuenca del Titicaca, y no se ha visto afluir ninguna; ahora, si sigo echando vino en esta taza, se derramaría y caería por los lados, ¿no?". Siempre y cuando usted no lo beba tal como el sol hace con las aguas, respondimos.

Después del desayuno el gobernador caminó hasta el río Desaguedero (sic) con nosotros. Este río es la línea fronteriza sureste del Perú. Nos retuvieron por un corto tiempo en el puente para dejar pasar a cien llamás descargadas que venían de Bolivia al Perú. Aseguran las balsas de junco una al lado de otra, a manera de puente, y sobre ellas apilan una cierta cantidad de junco. Las mantienen en su sitio con unos cables grandes de soga amarrados a cada lado del río a una base de piedra. La distancia de la orilla peruana, al lado boliviano es de cincuenta yardas. El río tiene tres brazas de profundidad debajo del puente, con una corriente de tres cuartos de milla por hora que corre hacia el sur. El agua es de color azul; no es salada y es fresca - temperatura de 60º; aquí los indios la beben. Este es el único río que sale del Lago Titicaca. Después de correr con dirección al sur unas ochenta leguas, las aguas se extienden sobre una Llanura, formando lo que se llama lago Pampas Aullagas (sic: Pampa Aullagas), del cual no sale corriente alguna hacia ningún océano.

Nos contaron que en el año 1846 hubo fuertes Lluvias al sur de Desaguedero (sic); el río corrió por treinta días hacia el norte desembocando en el Lago Titicaca; salvo dicha excepción se informa que corre tal como lo vimos.

En la estación lluviosa el río crece aproximadamente nueve pies, la rápida corriente a menudo arrastra el puente; al mismo tiempo las llanuras que están a ambos lados del río se inundan. El ancho del valle del Desaguedero (sic), en la desembocadura del lago, es de tres cuartos de milla, el cual se inunda casi por completo en la estación Lluviosa con las aguas que buscan un escape entre las pequeñas colinas que se encuentran a ambos lados.

En el extremo sur del Lago Titicaca el agua es más clara, dulce y fresca que en el lado norte. Aquí el lago no despide ningún olor desagradable. Hay nueve tipos de peces, atrapados cerca de la desembocadura, e igual número de aves acuáticas. Se ve pescado en las mesas, mientras que en Puno se consume raramente. Sabemos que en el océano las corrientes de agua tibia pasan por el agua fría como el aceite, negándose a mezclarse. Los arroyos de agua fría son casi tan exclusivos como aquellas.

Cuando el Lago Titicaca se encuentra en su nivel más bajo recibe más agua de los picos nevados de su orilla oriental, que de cualquier otra fuente durante la estación seca. Como los arroyos de nieve son claros por lo general, concluimos que las aguas frías corren por el lago en forma de arroyos hacia la desembocadura. En la estación húmeda, a medida que los arroyos lodosos llenan por completo el lago, depositan sus cargas de materia terrosa en los lados occidental y septentrional, lo cual altera la vida animal. Los peces buscan un refugio tranquilo y, por lo tanto, se les encuentra más abundantemente en los lados meridional y oriental del lago.

Todo el junco muerto, que los vientos del este Llevan hacia el lado Occidental, se deposita en las Llanuras y en la playa, abona los lugares áridos y deja su semilla; allí crece más junco para atrapar los sedimentos a medida que el agua se va filtrando. Año tras año la vegetación va muriendo, cae, y contribuye con la ley de nivelación ascendente. El junco crece de seis a ocho pies de largo. Los indios lo llaman totora*. El tallo tiene el tamaño y la forma de la hoja de una bayoneta, con una cabezuela y flor que parecen racimos de trigo sarraceno maduro. Ocupa el lugar de la madera, hierro, lona y prados. Los incas enseñaron a los indios a hacer puentes con el junco, sobre los cuales hacían pasar sus ejércitos; además de sus botes y velas, a veces hacen con él casas y camas. Vimos a un anciano indio refrescándose con el jugo del extremo de un tallo, mientras que su hijo pequeño le hacía cosquillas a otro en la nariz, y le hacía reír con la flor. Tal es el valor y los usos de este producto vegetal silvestre.

No podemos entender por qué la población de estas montañas no ha limpiado más tierras en la base de Los Andes, donde sus hijos encontrarían flores hermosas, y los hombres la verdadera caña de azúcar; donde ellos podrían deleitar sus narices con la fragancia de abundantes piñas y naranjas, y donde sus mesas podrían estar colmadas de los productos vegetales más selectos. En la cabecera del Madre-de-Dios (sic) el Perú tiene una huerta, pero las tierras en todas direcciones parecen casi un desierto.

Cuando Pizarro vino con sus seguidores, encontraron las montañas llenas de plata, se apropiaron de ella y los indios los ayudaron a hacerlo. Los españoles prestaron poca o ninguna atención al cultivo de la tierra, a la manufactura de la lana, o a los recursos comerciales de la región oriental.

A medida que atravesamos caminando el puente flotante de totora*; nos sentimos agradecidos por los muchos favores y la hospitalidad que el cordial pueblo peruano nos brindó tantas veces siendo nosotros extranjeros. Estrechamos las manos con el anciano gobernador indio, quien fue bastante amable al presentarnos a los oficiales de la aduana y al comandante militar de Bolivia. Se rió cuando le dijimos que no era un buen inca, porque no creía que la evaporación era lo suficientemente considerable como para Llevarse toda. el agua excedente del Titicaca, y que su antigua deidad bebía el agua de esta elevada cuenca, y evitaba que se inundara. Encendió su cigarro de papel, y quiso saber cuando estaríamos de regreso.

Sólo hay tres o cuatro casas de gobierno a la vista en el lado boliviano del río. El comandante militar fue muy atento; pidió al oficial de la aduana que nos dejara pasar sin problemas, diciendo "vienen a servir a nuestro país". Retiraron todo el equipaje de los lomos de las mulas; revisaron uno o dos baúles. El comandante se interesó mucho en nuestros instrumentos; una mujer en traje de montar pidió permiso para examinar un estuche de agujas e hilos que le gustó; pareció pensar que era penoso que un hombre tuviera que coserse su propia ropa.

Nuestro camino, polvoriento, rocoso, y accidentado, corre a lo largo de la orilla meridional del lago. Hacia la derecha había colinas áridas y yermas; hacia la izquierda, aguas de color azul oscuro; y hacia adelante, la cadena de montañas de los Andes cubiertas de una gruesa capa de nieve, parecían ser una carga demasiado pesada para el mundo. El sol del mediodía es fuerte, pero el viento del este nos sopla en la cara al pasar por entre los picos nevados, a los cuales se podría Llamar el abanico de América del Sur.

Los vientos del Océano Atlántico corren rápidamente por las cañadas y gargantas de la enorme cadena de montañas. Los glaciares eternos enfrían la atmósfera tropical. Nuestros animales viajan con facilidad; al respirar la brisa refrescante, parecen estar llenos de vida y listos para una larga jornada, incluso después de que su trabajo del día ha terminado. Estos vientos del este de las mesetas de Bolivia se encuentran con corrientes de aire procedentes de las colinas y los valles de las montañas. Los diferentes arroyos forman torbellinos, que arrastran el polvo por debajo de las narices de nuestras mulas, y lo acumulan rápidamente en las nubes cúmulos del firmamento, donde el polvo parece flotar por el aire. Algunas de estas columnas de polvo tienen una altura enorme, y se mantienen por muchos minutos, como trombas del océano. Infusorios, presentes en la sangre, Lluvias, y polvo marino de las islas de Cabo Verde, semejante a aquel encontrado en los Andes, en Venezuela. Es posible que un examen científico de este camino polvoriento pueda compararse con uno similar en las regiones meridionales de Africa. Hay un campo de batalla a poca distancia, al sur de donde estamos, en donde quedaron un gran número de muertos, cuyo polvo es Llevado hacia el cielo por estos vientos.

Ciertas personas han visto cientos de trombas levantándose a la vez sobre las aguas del lago, como si las columnas estuvieran soportando el peso de las nubes. Las balsas de los indios están construidas con tanta manga, que siendo un haz de juncos, en forma de una canoa antes de ser ahuecada, la caída de una de las trombas, sólo les quita el polvo a los indios al pasar por este maravilloso fenómeno. Por momentos estamos casi sofocados con el remolino de polvo que se levanta a todo nuestro alrededor.

Al entrar al pequeño pueblo de Huaqui, un hombre uniformado salió a la calle, y pidió ver mi pasaporte. Dijo que no era el gobernador, sino el comandante militar. Se le informó que no teníamos ninguno; no nos habíamos reunido con su gobierno. Como nos aseguró que los documentos peruanos eran suficientes, se los entregamos. Al ser devueltos, recibimos una insistente invitación para quedarnos en su casa y tomar café; pero como José había preparado té para nosotros anticipadamente, el comandante se unió a nosotros. Era un hombre joven que Llevaba puesta una chaqueta de soldado, que parecía haber estado en servicio antes de que él hubiera nacido. Es divertido ver qué momentos tan incómodos puede pasar un hombre en un uniforme muy ajustado, al Llegar extranjeros. La apariencia exterior parece ser el único propósito de la porción criolla de la población. El trabajo de este hombre es leer todos los pasaportes de las personas que pasan por este pueblo, parece ser el único hombre que trabaja activamente en el lugar. Se le puede ver, mucho antes de que Llegue el viajero, parado en la calle listo para pedir, con una apariencia atrevida, el permiso para caminar o cabalgar por territorios que no están atestados de población o vegetación. Cambiamos de mulas en Tiahuanaco.

Hacia el noroeste de donde estamos, y ligeramente al sur del centro del Lago Titicaca, se sitúa la Isla del Titicaca, desde la cual Manco Capac (sic) y su esposa viajaron al Cuzco. El fue un navegante. La Isla del Titicaca está rodeada por la tribu de indios aymaras, cuya lengua José no entendía, él hablaba quechua tan bien como su propia lengua. El valle del Cuzco es el primer punto interesante al noroeste de este lago, y el camino que va de aquél al Cuzco es lo suficientemente plano para un vía férrea. Manco Capac (sic) y su esposa fueron Llevados por los vientos del este, que soplan diariamente a través del lago, hacia la orilla occidental, y viajaron a pie por el camino que nosotros tomamos entre Cuzco y Puno, según la tradición india. Entre los restos de piedra diseminados de los antiguos edificios de Tiahuanaco, no observamos semejanza alguna con la albañilería de piedra del Cuzco, y nos sorprendió descubrir que, aunque las ruinas estaban en un estado tan dilapidado que no nos permitía apreciar el carácter de la estructura, pudimos percibir, y nos convencimos del orden superior del arte mecánico en relación al que se exhibe en el Cuzco. Las piedras, de enorme tamaño, estaban cortadas en ángulo recto; en una de ellas se había abierto un pasaje en forma de arco lo suficientemente grande como para arrear por allí una mula.

El cura* del pueblo nos dijo que no había piedras del mismo tipo que pudieran hallarse en los alrededores, y que no sabía de dónde habían sido traídas. Tenemos razón para creer que Manco Cápac (sic) no tuvo nada que ver con las antiguas obras de Tiahuanaco. Tanto el corte de la piedra como la estructura de la lengua de los habitantes son diferentes a los suyos, aunque su primera aparición fuera entre estos habitantes.

Tenemos fe en las peculiaridades de los vientos, para ayudar en la gran labor de poblar porciones distantes de la tierra. Los vientos alisios del noreste del Océano Atlántico Norte son vientos favorables para los emigrantes de Europa hacia América del Norte y del Sur; y los vientos alisios del sureste del Océano Atlántico Sur aceleran la travesía del hombre africano hacia el Brasil, las islas de las Indias Occidentales, y las costas de América del Norte. Los ventarrones que vienen del oeste en ocasiones desvían por un mes a los barcos que navegan alrededor del Cabo de Hornos. Estamos dispuestos a trazar la ruta de Manco Cápac (sic) y su esposa por medio de los vientos del Océano Pacífico Sur, desde el lejano oeste hasta la bahía de Arica.

En la entrada, cerca de una iglesia católica, se hallaban dos ídolos pesados de piedra, con las manos cruzadas sobre sus ombligos, como si hubiera habido -como ahora- una escasez de alimentos.

Tiahuanaco es un pueblo pequeño, situado sobre una altura, en un valle ancho, con una amplia vista hacia el este. Las ruinas se encuentran cerca del pueblo, y por el terreno plano y de poca altura que se extiende hacia el lago, no hay duda de que el palacio se construyó originalmente sobre la orilla, que ahora no está a la vista. Haciendo un cálculo aproximado, el Lago Titicaca tiene tres mil millas cuadradas. Al observar las colinas y las mesetas resecas por un lado, y las nieves perpetuas por el otro, pareciera que esta cuenca de agua helada. se levantó Más de doce mil pies por encima del océano, debido al uso diario que hace el sol al pasar. La evaporación es considerable, por los numerosos arroyos que desembocan en el lago; y si la estación húmeda fuera detenida por un momento, la cuenca quedaría vacía; sin embargo, ahora hay un equilibrio entre la precipitación y la evaporación. Ya que el lago se encuentra en su nivel más bajo, pronto empezarán las lluvias y lo llenarán por completo, nuevamente.

A medida que el sol se mueve hacia el sur, arrastra la faja de lluvias detrás suyo. Ahora está casi vertical. Cuando completa su recorrido hacia el norte del ecuador, regresa al año siguiente y encuentra al Titicaca completamente lleno, el cual se evapora antes de que las Lluvias comiencen nuevamente. Si el lago no se desbordara cada año, podríamos encontrar agua salada en lugar de dulce.

Partimos del Lago Titicaca hacia las áridas mesetas de Bolivia. A un lado del camino, en la base de la cordillera de Sorata, nos detuvimos a observar a los indios sembrar sus papas. Quienes cultivaban la tierra eran las mujeres. Plantan las papas pequeñas de todo el año pasado, en lugar de cortar las más grandes para utilizarlas como semilla. Intentamos explicar a una de las mujeres por qué siempre recogía papas tan pequeñas; pero evidentemente nos entendió mal. Fue corriendo hasta el final de la hilera, donde había una enorme tinaja de barro, y regresó con una taza de chicha*.

En la casa de postas de Tambillo, después de pasar la noche, el maestro de postas estaba dispuesto a cobrarnos el doble. Sus mulas, al igual que é1, se veían muy pobres. Una media docena de casas viejas se levantaban en la planicie, con nada que admirar alrededor de ellas salvo los elevados picos nevados. Alquilé mulas para que nos llevaran a lo largo de todo el camino hacia La Paz, pero en Lapa ya estaban exhaustas. Los postillones las cambiaron en la casa de postas, y querían continuar con las mulas frescas; pero los postillones de Lapa se opusieron; y como los nuestros se negaban a pagarles la parte del viaje que se les había adelantado, el asunto se debatió en medio del patio. Un anciano indio de apariencia muy respetable entró, y después de hablar con las partes por un momento, nuestros hombres pagaron, y seguimos adelante por la planicie, en compañía de indios y burros cargados que iban camino al mercado, y de manadas de mulas sin carga que iban de regreso a la costa, después de haber traído cargas de manufacturas extranjeras.

Al Llegar repentinamente al borde de una profunda cañada, vimos los techos de tejas de la ciudad de La Paz, cerca de la base de la enorme montaña cubierta de nieve, Illimani. Al descender por un camino estrecho y escarpado, y pasar el cementerio, notamos que el aire estaba cargado con el perfume de fragantes flores. A un lado del camino brotaban manantiales de agua fresca, en los cuales nuestras mulas hundieron sus narices antes de que pudiéramos tomar un trago. Al entrar al pueblo, alguien gritó desde un pórtico sombreado pidiendo nuestros pasaportes. Seguimos adelante, respondiendo que no teníamos ninguno para Bolivia; pero al mirar hacia atrás, vimos a un hombre parando nuestro equipaje, lo cual fue un método bastante eficaz para detenernos. Después de mostrar nuestros documentos peruanos, se envió a un indio con nosotros a la aduana, y el oficial de policía le ordenó al hombre que me mostrara la casa del caballero para quien yo tenia cartas de presentación.

La parte más tediosa y pesada. del viaje es el día de Llegada a un pueblo grande, donde por lo general nos quedamos el tiempo suficiente para descansar y obtener información. No hay hoteles a los cuales pueda ir un viajero y ponerse cómodo independientemente. El entrar a la casa particular de un hombre, con pertenencias y todo, y entregarle una carta de presentación, la cual expresa simplemente que el portador ha venido a hacer de su casa su hogar, es la costumbre de la región. Entramos a la casa más elegante que vi en América del Sur.

El señor de la casa no estaba; se encontraba ocupado inspeccionando a los indios en las minas y lavaderos de oro de Tipuani, ubicados al norte de La Paz, en un tributario del río Beni, y al este de las montañas de Sorata. Su hija recibió la carta, fumando un cigarro grande, y nos invitó a acompañarla. Su esposo era prefecto de la provincia, de Yungas, en donde se recolecta la mejor quina. Como era sábado, y las 4 en punto, los oficiales se habían ido de la aduana, y el equipaje no podría ser revisado antes del lunes por la mañana. Sin embargo la señora de la casa envió nuestras cartas al prefecto, y pidió que se nos entregara nuestra ropa. Estábamos en una casa con cuatro señoritas y ningún caballero, así es que era poco probable que nos prestaran algo.

El destacamento se había quemado con el sol, empolvado y fatigado en gran medida por las calurosas planicies desde que salimos del Cuzco, y todos estábamos sumamente cansados. Richards padecía, aunque soportó el viaje mejor de lo que se esperaba. La barba de losé había crecido, y había jalado tanto un viejo sombrero blanco a fin de colocarlo sobre el lado de su cabeza que recibía el sol, que de inmediato pidió parte de su salario para comprar uno nuevo. Cuando llegamos, José siempre va de inmediato a presentar sus respetos a la señora de la casa, y es a través de él que se obtiene un esbozo general de nuestros deberes y funciones. Es tan cortés, y de un carácter tan servicial, que parece Llamar la atención dondequiera que va. Le gusta viajar, y para ser una persona de edad tan avanzada, soporta bien su trabajo, duerme profundamente, y goza de buena salud.

La Paz, la metrópoli comercial de Bolivia, tiene una población de 42,849 habitantes. Es la capital del departamento, que tiene una población de 90,662 criollos, y 295,442 indios aymaras. La pequeña corriente de agua que corre por la ciudad en el fondo de la cañada puede cruzarse de un solo paso sin que uno se moje los pies. Al descender precipitadamente por los Andes hacia el este, otros arroyos se unen a ella, y luego de ensancharse y alcanzar la base de las montañas, se le llama río Beni, el cual corre, en dirección noreste, a través del territorio de Bolivia. Por algunas partes del Beni navegan balsas de madera; sin embargo hay muchas cascadas, y el lecho del río es rocoso y accidentado, y tiene una corriente rápida. El Beni no es navegable para barcos de vapor. Corre a través de los bosques desolados, en los cuales habitan tribus indias no civilizadas. En los tributarios del Beni se encuentra oro y la mejor calidad de quina. Al remitirnos al mapa, se observa que los tributarios del Madre-de-Dios (sic), en el Perú, y aquellos del Beni, nacen muy cerca los unos de otros, en una. Línea entre los lavaderos de oro de Tipuani y Carabaya. Las aguas del primero desembocan en el Amazonas, mientras que las del segundo van al río Madeira. Hay una cordillera y colinas entre ellos.

Parece que un bulto o joroba se levanta en esta parte de la espina dorsal de América del Sur, desde la cual el agua corre en diferentes direcciones. Los picos de montañas más elevados están cerca, y los grandes lagos se encuentran aquí. Vemos un ramillete de maravillas, desde los manantiales calientes de la casa de postas de Agua Caliente hasta los picos congelados de la cordillera de Sorata; extremos de calor y de frío, montañas enormes, y arroyos pequeños, vientos secos, y lagos de agua, en la región más rica en oro de América del Sur.

El Beni se desliza. a lo largo de la cordillera como si buscara una desembocadura hacia el norte. Un pasaje que permitiera la entrada del agua hacia la cuenca del Amazonas en la base de los Andes probablemente haría del Beni un tributario del Madre-de-Dios (sic), tal como se le traza erróneamente en algunos mapas. Este no encuentra desembocadura hasta que Llega al Madeira, al cual está obligado a pagar tributo. Aunque las aguas del Beni encuentran finalmente su camino hacia el Amazonas a través del Madeira, aun así el Beni, hablando en términos precisos, no fluye por la cuenca del Amazonas, sino por lo que consideramos se denomina correctamente la cuenca Madeira-Plata.

El mapa indica que toda el agua que corre hacia el norte, desde los contornos de la cuenca del río de La Plata, atraviesa esta cadena de colinas en un punto determinado - la cabecera del río Madeira. Los territorios por los cuales discurren los tributarios del Madeira abarcan un Área de 475,200 millas cuadradas - casi tan grande como la cuenca del Nilo, y más extensa que la del Danubio o el Ganges. U, cuenca del Madeira-Plata constituye un escalón entre las cuencas del Titicaca y el Amazonas. Se encuentra separada de la cuenca del Titicaca por los Andes, y de la cuenca del Amazonas por la cadena de montañas y colinas al pie de las cuales corre el Beni. Su fondo está por encima del fondo de la cuenca del Amazonas, y debería tratársele como independiente de dicha vertiente. A excepción de una pequeña porción, que se encuentra en territorio del Brasil, pertenece exclusivamente a Bolivia.

La Paz es una ciudad del interior sumamente activa. Se oye el martillo del herrero. Las grandes casas mercantiles están bien abastecidas de mercaderías. La plaza está libre de placeros, ya que hay un mercado cerrado normal. Las viviendas están bien construidas, de piedra y adobe. El comercio local y exterior parecen poseer una vida que rara vez se encuentra en un pueblo del interior, que no tiene barcos ni vías férreas. La gente parece ser activa. Hay menos holgazanería junto a los quiciales. El lugar tiene una apariencia saludable.

Hay un teatro, un museo, una biblioteca, una librería, una cigarrería, primorosas fuentes de piedra, calles bien pavimentadas, gente hospitalaria, y un gran número de forasteros, una hermosa alameda, donde hay bellas mujeres, manzanos enanos y fragantes flores. El pico nevado de Illimani que se levanta delante de nosotros, es un enfriador de los vientos tropicales que pasan sobre la cuenca Madeira-Plata. Las cañadas producen fresas, legumbres, cebollas, cebada y alfalfa, pero en cantidades muy pequeñas, ya que el espacio es muy estrecho. Lo que atrajo nuestra atención entre la gente fueron las nuevas cofias francesas que las damas estaban aprendiendo a usar, y las nuevas gorras de uniforme francesas que el ejército acababa de recibir de París; ambas colocadas como una montura nueva de montaña, de una manera bastante incómoda.

Al mediodía, cuando hay poco o nada de viento, los habitantes usan ropa delgada; pero tan pronto viene el viento frío del Illimani, trayendo con él un aguacero de Lluvia menuda, toda la población opta por vestimentas de tela gruesa. El clima es muy variable, y el consumo de telas gruesas de lana y algodón es tan necesario como el de mercaderías delgadas de algodón.

Hay un policía para la inspección de pasaportes durante el día, pero dudo que sean igualmente estrictos en el cumplimiento del deber durante la noche. Los vinos y las bebidas espirituosas son los únicos artículos sobre los cuales Bolivia paga derechos de tránsito al Perú. Bolivia recibe la mayoría de manufacturas extranjeras a través del puerto de Arica, en el Perú, y como al Perú le interesa la venta de su vino de manufactura local, cobra derechos de tránsito sobre todo vino extranjero que ingresa a Bolivia por su territorio. Sin embargo, mientras que los derechos y el costo del transporte sobre lomos de mulas desde Arica triplican su valor, parece que hay mayor uso de este artículo en La Paz que en cualquier otra parte, a juzgar por los ruidos que hacen por las calles en la noche los grupos de hombres y mujeres, quienes vagabundean bailando y cantando al ritmo de la música de guitarras; algunos de ellos tocan muy bien. Precisamente al frente de mi ventana había una tienda de vinos. En la entrada había un cachorro de tigre encadenado, y advertí que casi toda la gente que se detenía a jugar con el tigre entraba y pagaba derechos de tránsito al Perú.

Aquí se encuentra una gran cantidad de sastres sentados a lo largo del pavimento, sin embargo hay menos iglesias de las que por lo general suele haber en una ciudad de este tamaño. El hombre que obtiene el contrato para proveer de ropa al ejército permanente de Bolivia, acumula una cuantiosa suma de dinero. Este es un negocio de importancia en La Paz después del comercio de la quina.

La mayor parte del departamento de La Paz está ubicada en las mesetas, las cuales, al igual que las colinas y elevadas montañas que se encuentran dentro de sus límites, producen una cantidad reducida de productos vegetales - ocas, papas, maíz, cebada, legumbres, y quinua*. El ganado encornado, los caballos y ovejas son pequeños y hay pocos. Se utiliza menos a la llama en los caminos planos de la Puna que en los caminos accidentados de las montañas; las mulas son más apreciadas. El indio casi siempre camina hacia el pueblo en compañía de un burro. Salvo una pequeña tórtola que se baña en tierra a un lado del camino, se encuentran pocos pájaros; no hay serpientes ni hormigas; tampoco flores ni Árboles. Sin embargo, aquella parte del departamento que está ubicada en la ladera oriental de los Andes - la provincia de Yungas - supera a otros lugares de América del Sur en riqueza natural.

De pie con las nieves del Illimani hasta la cintura, en medio de fuertes tormentas de granizo, con truenos y relámpagos, y un viento que tiñe su nariz y orejas de escarlata y azul por el frío, el viajero desciende hacia el este, hundiéndose y cayéndose entre terrenos de derrubio. Pasa capas de hielo formadas al derretirse la nieve en su borde más bajo, y después de resbalar y deslizarse hacia abajo por estas gruesas láminas relucientes, Llega a una verde tierra herbosa de pastos, mientras que la nieve de sus ropas se derrite a medida que él se calienta en el sol tropical. Detrás suyo, en lo alto, ruge la tormenta, de invierno; abajo, una tierra de flores en un eterno verano; y a lo lejos hacia el este, toda la tierra se ve azul e irregular como el océano. Las gotas de agua de nieve de su propia chaqueta se unen al arroyo que destila del hielo que se va derritiendo, y junto con él descienden la escarpada montaña. Este arroyo, que se agranda a medida que avanza, se pierde finalmente en las aguas del Beni. Se saca el sobretodo, se sienta bajo la sombra de un arbusto rodeado de fragantes flores; los colibríes Llaman su atención, y cuando se está abanicando con su sombrero, un enjambre de abejas interfiere un poco con su comodidad.

Pronto alcanza la sombra de altos árboles; una mona vieja de cola con franjas anulares camina lentamente a lo largo de una rama; un monito gracioso salta sobre su espalda, enrolla su cola alrededor de las patas traseras de la mona, apoya la cabeza sobre su espalda, clava las uñas de sus manos en la piel de su madre, y parte montado sobre ella. a toda carrera, saltando de rama en rama y de árbol en Árbol; mientras que el padre va detrás, emitiendo sonidos inarticulados en voz alta en señal de alarma ante un extraño.

Una larga fila de hormigas, interrumpidas en su marcha de un lado de la senda hacia el otro, de vez en cuando dan al intruso un picotazo a través de la media. El se detiene para cambiarse la ropa de invierno por una de verano. Pájaros del más brillante plumaje cantan alrededor de él; algunos de ellos chillan con alegría al cruzar el torrente de montaña; otros están sentados en parejas silenciosamente sobre las ramas, entre el espeso follaje verde, como si estuvieran admirándose o enamorándose. El bosque se prolonga hacia abajo hasta un lado de la cuenca Madeira-Plata. Las maderas son ornamentales y de tinte; el cacao, del cual se hace el mejor chocolate, crece de manera silvestre. Cultivan café, tabaco, algodón, junto con todas las frutas tropicales, y la planta de coca.

En los lechos de los arroyos se encuentra granos de oro. Entre las colinas hay dos variedades de quina, la mejor del mundo. El bosque es común a todas las personas que eligen trabajar en la recolección de corteza, y da la impresión de que el valor del bosque en cuanto a este artículo de comercio está disminuyendo anualmente. La corteza que se saca del tronco del árbol, "tabla", es la mejor; aquella de las ramas más grandes, "charque", de segunda calidad; y aquella de las ramas más pequeñas o más altas, "canulo", la menos apreciada. Un hombre puede cortar dos quintales al día, lo cual hace un quintal (cien libras) cuando está seca y lista para el mercado. El hombre del bosque la venderá entre ocho a diez dólares el quintal junto al tocón del árbol.

Según una ley del Congreso, toda la corteza que se recolecta en Bolivia debe venderse a una compañía que tiene el monopolio de este comercio, la cual paga, de conformidad con la ley, los siguientes precios al hombre del bosque de Yungas por su quina, Llevada de un lado a otro de los elevados Andes, y entregada en el banco de La Paz: "tabla", sesenta dólares por quintal; "charque", treinta y cinco dólares, y "canulo", treinta dólares. La compañía paga al gobierno un impuesto de veinticinco dólares por quintal sobre la "tabla", y dieciocho dólares sobre el "charque" y el "canulo".

Ponen la corteza en balas de algodón, cada una con un peso de ciento cincuenta libras, cubiertas con cuero crudo. Dos balas, o trescientas libras, constituyen la carga de una mula por las Cordilleras hacia el puerto marítimo de Arica, a donde Llega en diez días desde La Paz, pagando un flete de doce dólares por la carga de una mula, de manera que un quintal de "tabla" ha costado a la compañía ochenta y nueve dólares.

En Arica el precio varia entre cincuenta a ciento cincuenta. dólares por quintal, según la. demanda de quinina. en los países donde prevalecen las fiebres y el paludismo. En 1851, el quintal valía ciento diez dólares; en mayo de 1852, había bajado hasta ochenta. dólares. La embarcan en Arica, y la Llevan alrededor del Cabo de Hornos, a los químicos de los Estados Unidos y Europa, en donde es manufacturada, embotellada, y parte de ella embarcada nuevamente y vendida. en las boticas de La Paz a aquellos que entran a la provincia de Yungas, en donde la enfermedad para la cual se indica como un específico prevalece frecuentemente. El hombre del bosque paga por una onza de quinina. el mismo precio al cual él vendió un quimal de corteza. junto al árbol.

Se supone que quienes ingieren quinina en todo el mundo consumen diez mil quintales de quina. al año. Consideramos que este es un cálculo muy bajo.

El banco de La Paz recibió por algunos años la elevada. cantidad de catorce mil quintales al año, y el gobierno de Bolivia emitió un decreto o prohibición, vedando la recolección de dicha corteza. desde el V de enero de 1852 hasta el 14 de enero de 1854.

Hace más de dos siglos que se encontró oro en Yungas. Actualmente, las minas y lavaderos de oro de Tipuani son explotados obteniéndose cierta ganancia, pero la riqueza de la gente que se dedica a la búsqueda de oro no se compara con aquella de tiempos pasados. Se empleaban cientos de indios, quienes revolvían el arroyo Tipuani de un lado a otro de su lecho en la estación seca, y se reunían enormes cantidades de oro. Actualmente, se explotan siete minas de oro en Yungas, y quinientas han sido, abandonadas.

Los caminos que van a Tipuani son estrechos y empinados , y su. estado no ha sido mejorado, al igual que la mayoría de caminos que entran a Yungas. Requieren un desembolso anual de dinero, después de la estación Lluviosa, para ponerlos en buenas condiciones.

Los comerciantes; pagan salarios por adelantado a los indios que acceden entrar a las minas, y los proveen de provisiones, que son Llevadas al interior en mulas. Los gastos son cuantiosos en comparación con la producción de oro. El indio a menudo está enfermo, cuando ya su salario y gastos de alimentación están perdidos para el minero; muchos de ellos se van antes de tiempo, de modo que se pierde el trabajo de la temporada, retirándose el minero más pobre de lo que comenzó.

Además de minas de oro, en Yungas hay minas de plata abandonadas, Llenas de agua. Están ubicadas a mayor altura que las minas de oro a lo largo de las laderas orientales de los Andes. Este lado de la cuenca Madeira-Plata está hecho de plata, y bañado en oro, está Lleno de naranjas, piñas, granadillos (sic: granadillas), bananas, flores hermosas, y abundantes hojas verdes, que se refrescan y mantienen perfectas debido a las capas de hielo y los cúmulos de nieve blanca. que descansan sobre su borde. Arroyos de agua clara, en los que habitan peces, corren por entre los altos árboles del bosque, dando vueltas y serpenteando entre las colinas, mientras que el Águila pescadora se posa en la rama sobresaliente para observarlos. El loro, con su verde plumaje foliforme, guiña un ojo al hundir su pico encorvado en la banana. El mono se sirve naranjas; el colibrí se alimenta del producto de las flores. Todos están ocupados, alegres y felices. Sus cantos resuenan en las colinas, y se extinguen gradualmente entre los vigorosos arroyos; sin embargo el feroz tigre muestra sus dientes al alejarse, gruñendo al ver la lengua ahorquillada de una peligrosa serpiente.

Al salir la luna, un sinnúmero de murciélagos llenan el aire, y en la pesada atmósfera flotan insectos, buscan su descanso y todo es quietud. El ganso silvestre blanco descansa al lado del charco de agua de nieve que está en la cima de los Andes, y la tórtola duerme en la puna al lado de la espina del cacto.

Los masticadores más empedernidos entre los indios dicen que la coca que se cultiva por los tributarios del Madre-de-Dios (sic) es superior a la que se produce en Yungas, por las aguas del Beni - al estar las plantas de Yungas a mayor altura por encima del nivel del mar. En el Perú, el cultivador desciende por completo a las Llanuras, en donde la planta. de coca parece medrar mejor que en las cañadas, en la ladera de los Andes. Sin embargo, en un año se han vendido al Perú siete mil canastas de coca de Yungas; el precio acostumbrado es de cinco dólares la canasta. También se exporta al Perú, frutas, café, chocolate, tabaco, cigarros, y aproximadamente quinientos mil dólares en oro y Plata; a cambio de lo cual el departamento de La Paz importa del Perú ron, vino, azúcar, confituras, pimientos de diferentes tipos, carnes, papas y queso.

El valor de las importaciones de manufacturas extranjeras a este departamento en sedas, telas de algodón burdo y de lana, calicós y mercaderías finas de algodón, artículos de hierro, barro, y vidrio, asciende aproximadamente a quinientos mil dólares. El valor de la quina y del cobre que se exporta es de trescientos mil dólares, junto con doscientos mil dólares en oro y plata. La diferencia se exporta para mantener la balanza comercial, lo cual hace que el comercio exterior de este departamento tenga un valor de aproximadamente un millón al año, exclusivamente del tráfico interno con el Perú.

La Paz es la ciudad más grande de Bolivia, y tiene la mayor parte del comercio , debido a su posición entre las provincias de Yungas y Arica. Sin embargo, no todas las manufacturas del extranjero importadas por este país pasan por La Paz. Los caminos desde Arica y Cobija conducen directamente al departamento del sur, y las recuas de mulas y burros cruzan puentes flotantes de totora en el Desaguedero (sic), tal como vimos pasar las llamas cerca del Lago Titicaca. La distancia de La Paz a Cobija es de doscientas treinta y dos leguas.

En la primera quincena de diciembre, cuando, las flores empiezan a florecer en la cañada, los habitantes de La Paz tienen la costumbre de acudir a la alameda antes del desayuno. Algunas mujeres van a pie, con trajes de sedas y rasos, velarte y guantes blancos de cabritilla. Las damas que no usan cofias, y Llevan el cabello dividido al estilo de América del Sur, se ven mucho mejor que aquellas que siguen la moda francesa. Los caballeros también se ven más naturales con sus sombreros hechos de vacuña (sic) que con los parisinos. Los sirvientes indios caminan detrás de la familia Llevando tapetes, los cuales son extendidos para que las damas se sienten sobre ellos. Los caballeros hacen un espectáculo grandioso con briosos caballos, sin embargo las damas los superan completamente en la conducción de sus animales, y en elegancia al cabalgar. Algunas de las lugareñas cabalgan en monturas de hombres.

Las muchachas salen a cabalgar a toda velocidad por la alameda, al igual que la tripulación de una fragata de guardias marinas en un día de permiso. Las medias de los hombres están más a la vista que las de las damas.

Los hombres de Bolivia están mejor desarrollados y son más animosos que los que se encuentran cerca del ecuador. Sus caballos por lo general son pequeños; algunos están llenos de vida y brío, y hacen cabriolas mis a la manera de cabras pequeñas que de un animal de pura sangre bien entrenado.

Al final del ejercicio toman leche, y la reunión de las familias es muy amena. El grado de cortesía y afabilidad de los modales es notable, mientras que la bondad de la leche de vaca pasa de uno a otro en grandes vasos. La belleza española de piel lozana se acerca cabalgando, toma de golpe un vaso Reno, llama a su indolente acompañante en su dulce idioma, y al haber acabado se va nuevamente, seguida por los ojos de un obeso John Bull, que se deleitaban por encima de su vaso, el cual Llevaba un sombrero de ala ancha a un lado de su cabeza, y un bastón bajo su brazo.

Los forasteros de La Paz compran la carne seca de camero de Perú, y abastecen a los indios, que trabajan cerca del pueblo de Corocoro (sic: Coracora), donde se encuentra cobre en grandes cantidades en su estado natural, el cual es explotado con gran dificultad por la falta de herramientas apropiadas. Los derechos de exportación, que pagan los comerciantes al gobierno, ascienden a seis centavos sobre cada quintal de mineral molido, y doce centavos sobre las barras de cobre puro.

Los indios no tienen una musculatura fuerte, a pesar de que se ejercitan bastante por su manera propia de trabajar. Son hombres lentos y seguros cuando se les trata bien. El trabajo en piedra de la fuente de la plaza, tallada por los indios aymaras, no es inferior a los mejores que hemos visto. Es admirado por los italianos, alemanes, y los residentes franceses e ingleses de la ciudad, y por más respeto que tengamos hacia la tribu quechua, debemos dar a los aymaras la preferencia en este arte mecánico. Son más aficionados a la música, y parecen poseer un carácter más independiente que los quechuas; sin embargo no pueden compararse con los esclavos negros norteamericanos en salud, fuerza, felicidad, comodidades de vida, o libertad. La esclavitud de africanos existió en Bolivia antes de la reunión de la Asamblea Nacional en setiembre de 1851, cuando se sancionó la quinta constitución boliviana; el primer artículo de la cual declaraba que "Todos los hombres nacen libres en Bolivia". "Todos los hombres reciben su libertad al poner sus pies sobre su suelo; la esclavitud no existe y no puede existir en él.."

En dicha asamblea, un miembro inteligente y experimentado - un hombre popular como ninguno, y respetado por la mayoría de sus compatriotas; con un buen conocimiento de la historia de Bolivia, y quien había sido un hombre público desde su nacimiento como nación - presentó una enmienda a dicha constitución, proponiendo establecer la libertad religiosa, en Bolivia. Toda la asamblea se opuso a él inmediatamente, así como también los dos pequeños diarios públicos de La Paz; y cuando los obispos, sacerdotes, y la iglesia de Bolivia se pronunciaron en su contra, se volvió una interrogante, si es que un senador patriótico, anciano y atribulado era un hombre libre.

El quinto artículo de dicha constitución declaraba, "La religión de Bolivia es la católica apostólica y romana. La ley protege y garantiza el culto exclusivo de la misma, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra", reconociendo, no obstante, el principio de que "no existe poder humano sobre la conciencia".

El indio tiene poco o nada que ver con los asuntos políticos. Cuando los criollos toman partido en las planicies de Bolivia y libran las batallas de su país, los indios se sientan en las cejas de las colinas de los alrededores, y silenciosamente son testigos de los cambios o continuación de gobierno. Parecen ser los filósofos del país , y tomar el mundo de una manera muy sencilla. Después de que concluye la lucha, bajan y prosiguen con sus ocupaciones diarias bajo la nueva constitución, leyes y autoridades recién establecidas.

La hermosa casa en la que estamos, en una ocasión, fue convertida en un cuartel para los soldados del bando victorioso y las damas fueron expulsadas porque en sus opiniones sobre política estaban de acuerdo con su padre y sus hermanos. Se creyó que los oficiales eran benévolos ya que hicieron poner los muebles más costosos en sus propias habitaciones, para que no fueran completamente arruinados antes de que la familia fuese suficientemente castigada.

En la comida, se sienta a la mesa una joven familia de catorce miembros, Llena de vida y alegría. Nuestro lugar estaba junto a la señora de la casa, quien ocupaba la cabecera. Ella era muy inteligente, y tenia una educación con mayores ventajas que la mayoría de sus paisanas. Parecía gustarle los Estados Unidos de una manera especial - al hacer muchas preguntas - expresando su admiración por la gente, pero desaprobando algunas de sus acciones. Creía que era un país demásiado belicoso; y aunque pensamos que había quedado satisfecha con nuestras respuestas en relación a Texas y California - de los que tenía ideas sumamente erróneas - me pidió que le explicara el significado de todos los artículos que había visto publicados en los diarios de La Paz, con referencia al terna de Cuba. Volteando súbitamente, miró hacia arriba y dijo: ¿Qué está haciendo aquí, Señor Gibbon; también quiere Bolivia?" Después de exponer las ventajas del comercio a través de los ríos de Bolivia, y las dificultades que enfrentaba ahora la gente de su país liara valerse del comercio exterior, aprobó la empresa, y se manifestó en favor de ella; pero concluyó diciendo - "¡Creo que los norteamericanos gobernarán algún día toda América del Sur!"

Nuestra conversación fue interrumpida por la entrada de una sirvienta india, que traía al hijo más pequeño de su señora, a quien sentaron entre nosotros. Los indios enseñan a los niños su propio idioma. El hábito de utilizar las palabras que se pronuncian más fácilmente en aymara y español ha producido una mezcla muy interesante. Bebé en aymara es "wawa". Un caballero que estaba sentado al frente pregunté si me gustaban. Al no haber oído antes la palabra "wawa", y creyendo que había dicho "guavas" (Palabra inglesa que significa 'guayabas'. el fruto comestible del guayabo. La semejanza entre la pronunciación de 'guava' ¡gwavee! y 'wawa' ¡gwagwa! es lo que causa confusión en el autor. creando así una situación jocosa. A fin de conservar el juego de palabras, transcribimos la palabra inglesa del original) - una fruta que había en la mesa - le respondí afirmativamente, añadiendo que "eran mucho mejores cuando estaban en conserva que cuando se les comía crudas". Esto produjo un estallido de risas.

La hija de la señora, con lágrimas de alegría en los ojos, preguntó si alguna vez había comido una. Al decirle que había devorado cientos, y que me comería una ahora si fuera tan amable de dármela, la muchacha india cogió a la wawa, en medio de continuas carcajadas, cuando trajeron cigarros de La Habana y café de Yungas.

Los mercados de La Paz están bien abastecidos con frutas y verduras de Yungas. Allí se producen anualmente casi quinientas mil canastas de coca - una canasta contiene veinte libras. Unas mil doscientas canastas se exportan a la República Argentina; el resto, después de la venta al Perú, se consume en casa. La guardia nacional organizada, o milicia de este departamento, Llega a aproximadamente mil quinientos criollos, que se rigen según leyes especiales, y son independientes del ejército permanente del país.

El prefecto de La Paz estaba a favor de la expedición, y nos aseguró que su gobierno también lo estaría. Sus deberes corresponden a los de los prefectos en el Perú. Su departamento está dividido en provincias, las cuales son regidas por gobernadores; no hay subprefectos en Bolivia. Los hombres más inteligentes del país se encuentran entre los prefectos. Da la impresión de que se da preferencia a este cargo antes que al de ministro en el supremo gobierno.

Con una nueva provisión de pasaportes y cartas, montamos nuestras mulas, que habían engordado, y despidiéndonos de nuestros amables amigos, subimos la escarpada ladera de la Quebada (sic: Quebrada) hacia las mesetas, que van en declive desde el Illimani hacia el oeste, hacia una baja cadena de montañas. El viento del sureste era fresco; había truenos en el norte, y caña una fría Ilovizna. La planicie está cubierta con cantos rodados, tales come, los que se encuentran en las orillas o lechos de los ríos.

2 de diciembre de 1851. - A las 4 p.m., nos detuvimos en la casa de postas de Ventilla. Termómetro, 52º; termómetro húmedo, 42º. La obesa maestra de postas estaba seleccionando semillas de una bolsa de algodón en rama. Nos dio una muestra, pero dijo que no sabía de donde provenía. Por su apariencia externa, juzgamos que no ha viajado mucho por el país.

La casa se levanta en una planicie árida; no se ve crecer ningún ser viviente, salvo un pequeño hacecillo de pastos aquí y allí. Los perros de la posta están miserablemente flacos. Las mulas de carga se ven como si comieran cantos rodados y bebieran agua de mala calidad. Como los perros y los niños vinieron a nosotros por comida, no sabemos cómo es que la anciana se mantiene tan desmesuradamente gorda. Posiblemente a base de alegría, ya que se ve plenamente contenta.

Ha sido materia de sorpresa saber cómo es que el globo está tan bien equilibrado, en tanto que la mayor proporción de tierra aparece en el lado norte del ecuador. Después de ver las elevadas montañas, los obispos corpulentos, y las gruesas maestras de postas, parece más comprensible.

Ahora estamos viajando por los contornos de la cuenca, del Titicaca. Las aguas que están al oeste de nosotros desembocan en el río Desaguedero (sic), y aquéllas que están al este en el Beni. La rica zona cuprífera se encuentra al oeste de donde estamos, cerca del Desaguedero (sic). Hay nieve sobre las montañas en todas direcciones, el Illimani aparece en lo alto hacia el este. Cerca de nuestra senda había tres vicuñas pastando junto con algunas ovejas. En el pequeño pueblo de Cajamarca, a las 4 p.m., termómetro, 48'; termómetro húmedo, 40'. Un temporal del sureste, acompañado de truenos y relámpagos, cambió de dirección por el sur hacia el oeste, cuando las pequeñas gotas de Lluvia se congelaron, y cayeron en forma de granizo, del tamaño de arvejas muy pequeñas; después de lo cual todo el territorio a la vista estaba cubierto de nieve.

El paisaje es frío y triste, y lo es más aún por el extraño ruido de instrumentos de viento y tambores que hay en la plaza, a medida que los indios avanzan por la iglesia después de la tormenta, bailando con porras de guerra en las puertas, mientras que una campana rajada toca una invitación ensordecedora a orar. Los instrumentos de viento están hechos de una serie de cañas de diferentes tamaños y longitudes, que al soplarlas producen un ruido, que casi no parece música a nuestros oídos. Estos siguen el compás de los tambores, respetando los bailarines de lentos movimientos ambos instrumentos. Los indios están vestidos con grandes sombreros de plumas, camisas blancas de algodón, pantalones cortos, adornados en las rodillas con cintas rojas, azules y blancas, mientras que uno vestido de negro intenso camina delante de la procesión en calidad de tambor mayor. A excepción de un sacerdote, no se vio ningún rostro criollo.

En la mañana, la procesión entró al patio de la casa de postas. Después de haber tocado y bailado un rato, las indias salieron, y al unírseles los postillones, formaron un círculo al interior de los músicos, y continuaron el baile. Nos sentamos en la puerta a observar con nuestras tazas de té hechas de hojalata. Después del baile, las mujeres se retiraron, y el maestro de postas, un indio aymara, anciano v bien parecido, sombrero en mano, pronunció un discurso, de una manera grave y seria, que todos escucharon atentamente y en silencio. Respondieron al discurso con un largo toque de los instrumentos de viento y unos cuantos golpes fuertes en los tambores. Luego los postillones, uno a uno, pronunciaban cortos discursos, y les respondían de la misma manera. Las mujeres aparecieron nuevamente, trayendo cada una -tinaja de chicha*, la cual servían en tazas, dándole a cada individuo tanto como pudiera beber, que no era una pequeña cantidad, ya que la mañana estaba fría. La música empezó nuevamente, y las mujeres se unieron nuevamente al baile. Una de ellas salió con su "wawa" dormida en una manta colgada sobre su espalda, quien pronto se despertó, e inició un conflicto risible; sin embargo no se podía descubrir una sola sonrisa en ninguno de sus rostros; la mujer tampoco se detuvo hasta que el baile terminó, cuando le dio la vuelta al niño poniéndolo al frente de ella, en donde encontró una razón para estar callado.

Como no podíamos entender el idioma o el significado del discurso, y tampoco la conveniencia de la chicha* al introducirla en el servicio religioso, supusimos que la intención era dar una serenata a las mujeres, pero nos quedamos con la duda; ya que ellos se veían tan serios, formales y graves que difícilmente podía ser una jarana. Al comienzo estábamos dispuestos a apropiamos de ella, pero desistimos al aparecer la chicha*.

Estos indios son muy corteses y atentos con nosotros. No tenemos dificultad en obtener lo que queremos, a pesar de que José desconoce por completo el aymara al igual que nosotros. Cuando estábamos listos para partir, el anciano indio sacó de su propio bolsillo, y colocó sobre la palma de su mano, el monto de nuestra cuenta por una noche. Al pagarle, asintió con la cabeza, sonrió, y pronunció algo que nos pareció satisfactorio.

El pueblo es pequeño y desdichado, tanto en su aspecto externo como interno. Ni un solo pie de la región de los alrededores que está a la vista se encuentra cultivado. El producto principal parece ser la chicha*; pero el maíz del cual está hecha es traído de las Quebradas que están al este.

Al oeste de Cajamarca, entre el río Desaguedero (sic) y las Cordilleras, cerca del pueblo de Benenguala, en tiempos pasados, se explotaron un gran número de minas de plata. Hay setecientas bocas abiertas, Llenas de agua, estando todas abandonadas actualmente, aunque se informa que son ricas. Al este de Cajamarca, en la provincia de Inquisivi, se explotan cinco minas de plata, y ciento sesenta están paradas. Cerca del pueblo de Araca se explotan cuatro minas de oro, y existen muchas más.

Al cruzar una región árida y rocosa, llegamos a un lugar donde la planicie estaba cubierta con verdes arbustos de cedro, de aproximadamente dos pies de altura; el ganado vacuno, las ovejas y llamás que cruzaban nuestra senda alegraban más el camino árido y polvoriento. Se estaban alimentando de los pastos más frescos que brotan bajo la sombra de los cedros. El cambio de lugares yermos e improductivos a uno con productos vegetales es tan repentino, que al viajero, a primera vista, le causa admiración y sorpresa, debido a que es evidente que ninguna fuerza humana ha sido traída a trabajar aquí. Todo es resultado de leyes originales y naturales.

El hombre parece ser la criatura de comportamiento más anormal que encontramos. Construye su casa en un desierto, se establece en una región que no puede cultivar; mientras que vemos otros animales en gran número en el momento que se divisa vegetación, y tampoco la dejan por lugares yermos a menos que la criatura más inteligente los fuerce a ir.

Los vientos del sureste que encontramos aquí vienen atravesando el Océano Atlántico Sur; al pasar por las tierras bajas, chocan contra estas montañas. Al surgir de la bruma del mar, son húmedos; pero después de viajar por tierras Áridas, su humedad se distribuye sobre el suelo, y allí brota una. vegetación de árboles del bosque y flores silvestres, que de otro modo se quemarían por completo con los ardientes rayos de sol.

En el momento en que los vientos Llegan a estas elevadas montañas están comparativamente secos. La poca humedad que queda en ellos, al encontrarse con la fría atmósfera de los picos de las montañas, se congela y cae en forma de nieve o granizo.

Al habérseles aligerado la carga, descienden ahora sobre las mesetas, donde los encontramos luego de haber realizado su trabajo, al igual que en el oeste del Illimani; allí la planicie es árida; no se ve un solo arbusto viviente. Como los vientos no tienen humedad para dársela al suelo, el suelo no tiene vegetación para dársela a la vida animal; por lo tanto, parece que el hombre está luchando contra esta ley, al vivir toda su vida al oeste del Illimani, en donde los vientos están de fiesta, bailando sobre la planicie, formando torbellinos, y lanzándose hacia arriba para regresar de donde vinieron.

Estos vientos regresan al Atlántico Sur a través de una. corriente más elevada, pero para volver a los arbustos de cedro. Sólo podemos dar razón de ellos suponiendo que hay una abertura en la cadena de montañas de los Andes al sureste de nosotros, a través de la cual pasan los vientos, antes de encontrar montañas lo suficientemente elevadas como para empujarlos por encima de la franja de nieves perpetuas. No podemos ver lo suficientemente lejos como para asegurarlo, pero es lo que intuimos. El día de ayer tuvimos al Illimani al este de nosotros, y por el reflejo de un suelo árido, los rayos de sol quemaron por completo la piel. de nuestras caras. Hoy día, aunque el cielo está igualmente claro, no lo sentimos, la atmósfera es más húmeda, lo cual protege la piel de los efectos del sol.

Pero allí hay una prueba. más convincente de esta ley natural, y de nuestra suposición de la existencia de una abertura en los Andes al sureste de nosotros. Los picos de las montañas que están al oeste están cubiertos de nieve. La humedad restante de estos vientos aún no se ha transformado en granizo y nieve, sino que todavía continúa su trabajo de verano. Sin embargo, en el momento en que choque con aquellas montañas que están al oeste, la fría mano del invierno la habrá cogido por completo.

Hemos oído a la gente de este país quejarse de que existen menos leyes en Bolivia que en cualquier otra parte del mundo. Dudamos si alguna vez hubo una ley más claramente escrita que la que se ve aquí en la superficie del suelo, dirigiendo la atención a las regiones que se encuentran al este de la nieve.

Observamos una. alteración en el color de la gente de la Puna, que se distingue nuevamente de aquella de los bosques. El indio que vive en la ladera occidental de una. montaña cuyo pico, está cubierto de nieve está quemado de un color muy oscuro; aquellos que viven entre los arbustos de cedro, al este de la nieve, son de piel más clara. Las mujeres son mejor parecidas. El hombre quemado por el sol se enamora tan pronto Llega a la ladera oriental de los picos nevados, aunque la gente de los bosques en la cuenca. Madeira-Plata es más blanca aún. No hemos visto que los cabellos se hayan rizado en la Puna debido, al calor excesivo del sol.

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