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CAPITULO II

INTRODUCCION

Ordenes Investigación de rutas Lago Rogoaguado Río Beni ChanchamayoRuta del Cuzco Río Madre de Dios Minas de oro de Carabaya Rutas a través de las ciudades de Truxillo, Caxamarca, Chachapoyas, Moyobamba, &a. Preparativos para el viaje La partida.

El 4 de abril de 185 1, el teniente de la Marina, Lardner Gibbon llegó a Lima y me entregó las órdenes del Departamento de Marina, de las cuales presento una copia:

 

DEPARTAMENTO DE MARINA, 15 de febrero de 1851

SEÑOR: El Departamento de Marina va a encomendarle una tarea sumamente importante y delicada, la cual requerirá de todas aquellas cualidades y habilidades por las cuales usted ha sido seleccionado.

El Gobierno desea poseer cierta información relacionada al valle del río Amazonas, la cual debe incluir datos sobre la cuenca completa o vertiente, bañada por aquel río y sus tributarios.

Este deseo se extiende no sólo a la condición actual de este valle en relación a la navegabilidad de sus ríos; el número y condición, tanto industrial como social, de sus habitantes; su comercio y productos; el clima, suelo y producciones; sino también a su capacidad para el cultivo y el tipo y extensión de sus fuentes comerciales no desarrolladas, ya sea el campo, la selva, los ríos o las minas.

Para poder obtener tal información, deberá viajar a través de la Cordillera y explorar el Amazonas desde sus nacientes hasta su desembocadura.

El guardiamarina por ascender, Lardner Gibbon, un prudente.e.inteligente oficial, ha sido seleccionado para acompañarlo en esta misión y en consecuencia se le ha ordenado reportarse. Sus órdenes, junto con algún equipo necesario para tal expedición, le serán entregados por el mencionado oficial.

Una vez que se reúna con él, usted comenzará a hacer los arreglos que sean necesarios para cruzar los Andes y descender el Amazonas; luego de completar los arreglos, continuará.su viaje sin nuevas órdenes.

La ruta por la cual llegue al Amazonas, se ha dejado a su discreción. Así descienda usted por el Ucayali, o por el Huallaga, o por cualquier otro tributario del Perú; o si cruza hacia Bolivia y pasa por la provincia de Yongas, navegando por el Mamoré o Ytenes; o si trata por el Beni o por cualquier otra ruta hacia el Madeira y de allí al Amazonas; la información que obtenga bajo órdenes anteriores, le permitirá decidir mas juiciosamente la ruta a seguir, de lo que el Departamento podría hacerlo con la escasa información que posee sobre el tema.

No deseamos que elija una ruta por la que usted y su grupo estén expuestos a la hostilidad de los salvajes, más allá de sus recursos para su protección y defensa.

Tampoco deseamos, que por un lado su grupo sea tan numeroso que haga sospechar a la gente o que ofenda a las autoridades de la región por la que pueda pasar, o por el otro lado, que sea tan reducido que ponga en peligro el éxito de la misión.

Por lo tanto, se le autoriza a emplear un cocinero, un sirviente, un guía y un intérprete y a darles armas para su protección, como se acostumbra a hacerlo con los viajeros en esa parte del mundo. Estas armas le serán devueltas al llegar a Pará.

Se le ha ordenado al Agregado Naval en Lima, suministrarle a su solicitud, los artículos necesarios para su equipamiento y el de su grupo, y que le pague su facturación con una suma que no sobrepase los cinco mil dólares para que cubra sus gastos de viaje. Como dichos gastos serán en su mayoría destinados para mulas y arrieros, botes y tripulación, se supone que esta cantidad le será más que suficiente; usted la usará sólo para los gastos más indispensables del grupo.

La situación geográfica y la posición comercial del Amazonas indican la futura importancia que tendrá pan este territorio, la libre navegación de ese río.

El objetivo de su misión es permitir que el Gobierno se forme su propio juicio y una idea del grado de importancia, tanto presente como prospectiva de esa región.

Por lo tanto, usted deberá aprovechar las mejores fuentes de información que se le presenten para responder a las siguientes preguntas:

¿Cuál es la condición actual de las minas de plata en el Perú y Bolivia, su producción: cómo y quiénes las explotan?

¿Cuál es la maquinaria que se usa, dónde se obtiene y cómo es transportada?

¿Se conoce la existencia de otras minas de plata que no se exploten? ¿en qué medida ayudaría la libre navegación del Amazonas en la explotación de esas minas? ¿cuál es su capacidad? ¿y si la navegación de ese río y sus tributarios estuviera abierta al comercio, qué efecto tendría el trasladar los lavaderos de plata de esas minas a estos ríos? ¿qué tipo de embarcación se requiere para navegarlos?

¿Qué incentivos ofrecen las leyes de Perú y Bolivia para el establecimiento de emigrantes en sus provincias orientales, y cuál es la cantidad y el tipo de población que ya existe allí? ¿cuál es su producción? ¿cuál es el valor del comercio con ellos? ¿qué artículos se comercian? ¿dónde se fabrican, cómo se introducen y qué recargos se ponen sobre el precio de producción?

¿Cuáles son las producciones básicas de las diferentes zonas del valle del Amazonas, condicionadas por su tipo de suelo y clima? ¿cuál es el estado de la agricultura; de qué clase son los labriegos; cuál es el jornal por un día de trabajo; cuál es la producción por acre y por hombre de los diferentes productos básicos como el matté (sic), la coca, cacao, azúcar, arroz, chinchona, cáñamo, algodón, caucho, café, bálsamos, plantas medicinales, especias, tintes y maderas ornamentales? ¿cuál es la temporada para plantar y cosechar? ¿cuál es el precio en el lugar de producción y cuáles son los principales lugares de comercio? ¿cuál es la manera de transporte? Adjunte a estos datos cualquier otro tipo de información que sea de interés náutico y comercial.

Por el momento realice observaciones geográficas y científicas que estén relacionadas con el objetivo principal de la expedición, siempre teniendo en cuenta que éstas son meramente incidentales y que de ninguna manera interferirán con los fines principales de la expedición.

Deseamos que a su regreso traiga especímenes o muestras de los variados artículos que se producen en el Amazonas, junto con semillas o plantas que probablemente serán las primeras en introducirse a este país.

Al llegar a Pará, se embarcará en la primera oportunidad hacia los Estados Unidos, reportándose en persona a este Departamento.

Deseándole un placentero viaje y un seguro regreso a su país y a sus amigos;

Queda de usted respetuosamente, su obediente servidor.

WILL. A. GRAHAM.

Tnte. WILLIAM L. HERNDON,
Marina de los Estados Unidos, Perú o Bolivia.

En consecuencia, como la elección de la ruta había sido confiada a mi criterio, esto y el mejor y más eficiente modo de llevar a cabo mis instrucciones, se volvieron objeto de gran consideración para mí.

Habiendo tenido ya algunas noticias de que el Departamento pensaba dar tales órdenes, durante mi estancia en Valparaíso y Santiago, busqué información y conversé con varias personas sobre las rutas a través de Bolivia y sobre la navegabilidad de los tributarios bolivianos del Amazonas. Se presentaron dos rutas interesantes a través de esta región: una desde Cochabamba por el río Mamoré, cuyo esbozo me proporcionó el Sr. Bridges; y la otra ruta por el Beni (también confluente del Madeira); la cual casi parecía ser una "terra incognita" (1).

Palacios, funcionario del gobierno boliviano, quien había realizado algunas exploraciones en el territorio ubicado entre el Mamoré y el Beni y quien había visitado y navegado el Lago Rogoaguado (cuya existencia ha sido motivo de discusión entre los geógrafos), describe el Beni, entre sus orígenes y los Reyes (casi a mitad del curso del río), como un río muy obstruido por bancos de arena, con canales muy estrechos e.interrumpido por rápidos que según él, son veintidós. No obstante, considera que las embarcaciones de metal de fondo plano podrían superar muchas de las dificultades y navegar grandes distancias río arriba. Afirma que en algunas partes del curso del río se pueden encontrar vetas de plata y oro, fuentes de agua salada, carbón, cal y diamantes (en Tequije). Considero que su descripción del Lago Rogoaguado podría ser una valiosa contribución a la geografía, ya que a pesar de que su relato no es exacto o incluso correcto, sí establece la existencia de dicho lago y que éste no da origen a varios de los grandes ríos que desembocan en el Amazonas, como se supuso por mucho tiempo y se describió en muchos mapas. A continuación doy una traducción:

"El Supremo Gobierno, estando interesado en confirmar que el gran Lago Rogoaguado se comunicaba con el Beni o que se derivaba de él, me ordenó explorarlo con la finalidad de facilitar la comunicación entre ese río y el Mamoré. Para este propósito ordené la construcción de una balsa.e.inicié mi viaje; me embarqué en el punto más cercano, el pueblo de Exaltación (ubicado sobre el Mamoré, un poco más arriba de su intersección con el Madeira) y enrumbé mi curso O.N.O. 15 millas, hacia la estancia* de Santa Cruz, pasando el río Iruyani (a una milla y media de este punto), este río corre hacia el N.E. y parece navegable; sus orígenes son desconocidos pero se supone que nace en algunos pantanos ubicados en la zona plana cerca de Reyes, o que se deriva del Beni. En la estancia de Santa Cruz hay una especie de colina plana de 300 yardas de altura, en la cual hay 'soroché' blanco, el criadero* de oro. Está constantemente cubierto de pasto y árboles, entre los que se encuentran aquéllos de los que se obtiene el caucho."

"Desde aquí me dirigí al 0.1/4 N. a la estancia de San Carlos, la cual está ubicada a veinticuatro millas de la primera, entre pantanos, con algunas elevaciones cuyos buenos pastos alimentan grandes rebaños de ganado. El rumbo que tomé desde aquí fue hacia el N.O. y a una distancia de nueve millas encontré el lago 'Ibachuna', o de los vientos, que tiene doce millas de largo por veinticuatro de norte a sur y cuya desembocadura corre entre pantanos hacia el Lago Rogoaguado, conocido igualmente con el nombre de Domú, en cuyas orillas aún existen huellas de la antigua tribu de los cayubabos, que ahora forman el pueblo de Exaltació."

"Al no encontrar el bote que había mandado construir, me embarqué en una pequeña canoa y me dirigí hacia dos islas que habían en el lago a mas o menos tres millas de la orilla. Estas se elevan un poco por encima de la superficie del lago, la cual no tiene más de una braza* (66 pulgadas) de profundidad en esta parte y están cubiertas por una vegetación muy frondosa e impenetrable. Al día siguiente eché el bote al agua, éste tenía 33 pies (12 varas) de largo, 3 2/3 pies de ancho y 2 314 pies de profundidad. Como la balsa se bamboleaba mucho, ordené que se amarraran dos canoas a ambos lados de ésta para que sirvieran de contrapeso.."

"Desatraqué el bote y seguí con rumbo N.O. 114 N. A una distancia de quince millas, encontré un riachuelo que servía de desembocadura y estaba conectado con otro pequeño lago llamado Yapacha, ubicado al noreste. Cambié el rumbo, costeando nueve millas por el O.N.O., continuando otras nueve hacia el S.O. 114 S.; desde allí cambié al sur por veinticuatro millas; al S.O. 4 1/2 y hacia el S. 1/4 E. 13 112. (¡¡) De manera que navegué usando la bolina (de la que Palacios sabía mucho) a una profundidad de 2 1/2 brazadas* con una velocidad de seis millas por hora (!!).."

"Desembarqué en lo, cabos o promontorios y observé que el cinturón de árboles que rodeaba el lago era angosto; y que más allá de ellos, los pastizales eran tan grandes que formaban un horizonte o impedían ver el lado opuesto. En una oportunidad los incendié y vi como al N.O. aparecía el humo de una fogata que habían encendido los indios chacobos a manera de respuesta; el territorio de esta tribu fue explorado más adelante. Encontré que la tribu estaba habitada por trescientas almas, entre quienes había gente blanca y colorada.»

"Continué mi viaje con rumbo E. 1/4 N. y habiendo navegado doce millas, el viento del norte se hizo tan fuerte y la marca tan agitada, que estuve a punto de naufragar. Por lo tanto, desembarqué y me quedé veinticuatro horas para explorar la desembocadura de un riachuelo llamado Ibachuna donde habían grandes pantanos ."

"Al día siguiente navegué a remo contra el viento, baldeando el agua del bote continuamente. El curso era N. N. E.; pero después de navegar dieciocho millas, me di cuenta que había vuelto al punto de donde originalmente había partido."

"El lago es de agua limpia y cristalina, su fondo contiene óxido de hierro, con 2 1/2 brazadas* de agua; hay muchos peces, rayas, cocodrilos y marsopas."

"En los bosques hay almendras de varios tipos y de calidad superior. Hacia el este hay otro pequeño lago llamado Puaja, cuyas aguas (unidas a las del Rogoaguado y a las del Yapacha) forman el río Yatachio, o río Negro, el cual es un confluente del Mamoré. Supongo que el Yata Grande es sólo un ramal del Beni por la claridad de sus aguas, por el declive del suelo en un trayecto hacía el Mamoré y porque sus orígenes no se encuentran en los llanos*, allí sólo nace el río Negro del Lago Rogagua de Reyes, el cual es un confluente del Ben."

"La navegación del Yata Grande es un tema de mucho interés y hubiera intentado navegarlo cuando descendí el Mamoré si hubiera tenido a mí disposición un grupo armado, el cual es absolutamente necesario debido a la gran cantidad de es
salvajes que habitan en sus orillas. No obstante, ascendí hasta sus primeros rápidos donde hay abundantes peces. El río Iruyani debe ser explorado por las mismas razones que el Yata Grande."

El Sr. Pissis, me sugirió que tomara la ruta del Beni debido al honor del descubrimiento y por el aporte que haría al conocimiento geográfico; el general Ballivián, ex presidente de Bolivia, quien en ese entonces se encontraba en Valparaíso planeando una revolución en su país, que luego realizó sin éxito, me urgió a que navegara los ríos bolivianos. Sin embargo, la objeción que tenía y que no le pude decir era que aquella ruta me llevaría demasiado río abajo en el Amazonas, por lo cual me vería obligado a ascenderlo de nuevo hasta sus orígenes, labor que me tomaría años y que probablemente acabaría con un hombre más fuerte que yo.

Al llegar a Lima, me dediqué inmediatamente a investigar las rutas. La gente mejor informada del Perú está bastante consciente de la importancia de abrir una ruta de comunicación interna entre sus territorios al este de los Andes con el Atlántico. Ya se han realizado varios intentos para asegurar la ayuda del Gobierno en la apertura de tales vías de comunicación. Desde tiempos inmemorables, ha habido cierto recelo al respecto entre la gente que habita estos puntos ubicados en la tres rutas más factibles: es decir, el valle de Huánuco, el de Chanchamayo.y el de Paucartambo, al este del Cuzco. Este recelo se originó en el hecho de que el valle de Huánuco, el primero en ser colonizado, en una época suministró toda la coca que se consumía en el Perú. Los pobladores de este valle vieron en la apertura de la ruta por la Montaña de Chanchamayo, un interés rival que haría disminuir sus ganancias y como en determinado momento tuvieron tanta influencia en la Corte, lograron que se desmantelara el fuerte que había sido construido en Chanchamayo y que se cerraran las rutas. La gente de Tarma nunca olvidó esto, y en 1808, Urrutia, el intendente de esa provincia, dirigió un memorial al virrey Abascal, exponiendo las ventajas de Chanchamayo y despreciando las rutas de Mayro o Huánuco hacia la Montaña.

"Seguramente, seguramente", dice (y estoy completamente de acuerdo con él) "sólo la concitación especial del demonio (interfiriendo así con la conversión de los paganos) pudo haber inducido al Gobierno a realizar tal acción suicida como detener el progreso de una colonia como la de Chanchamayo. « Señala que apenas puede contener las lágrimas al pensar en todo el desarrollo que hubiera podido alcanzar en los veinticinco años perdidos entre ese entonces y ahora. Escribe con seriedad y probablemente hubiera logrado obtener la ayuda del Gobierno, pero la nube de la revolución se cernía en el horizonte, por lo que el Virrey y el Intendente, pronto tuvieron otros asuntos por los que preocuparse.

En 1827, el General La Mar ordenó nuevamente la apertura de la región de Chanchamayo. La tarea se le asignó a un conocido y muy amigo mío, el General Otero, en esa época, prefecto de la región. Por un tiempo promovió con mucho éxito el asunto de la apertura de las rutas, pero la escabrosidad del terreno, la dificultad de obtener suministros y la continua hostilidad de los indios, pusieron tantos obstáculos que la labor decayó siendo finalmente abandonada; los indios tomaron posesión de las pocas plantaciones que se habían cultivado.

Sin embargo, en 1847, los pobladores de Tarma resolvieron aprovechar el excelente territorio que tenían tan cerca. Volvieron a publicar el memorial de Urrutia, hicieron un llamado al Gobierno y ellos mismos se internaron en el territorio bajo la dirección del Coronel Pablo Salaverry. Empujaron a los indios hacia los ríos Chanchamayo y Tulumayo, y Don Ramón Castilla, el presidente (siempre preocupado por los intereses de su país), envió una compañía de ochenta soldados dirigidos por el capitán de la Marina, Noel, junto con ingenieros, artesanos, herramientas y suministros, para que construyeran el pequeño fuerte empalizado de San Ramón en la intersección de estos ríos. Con la protección de este fuerte, los pobladores de Tarma comenzaron a limpiar y a cultivar la zona y así ahora, el antiguo desierto se ve hermoso con sus ondulantes cañas, la flor amarilla del algodón y la baya roja del café.

Juan Centeno, diputado cuzqueño en el Congreso, ahogó en términos fuertes y graves, por la conveniencia de tomar la ruta del Cuzco, diciéndome que en el Tesoro ahora había diez mil dólares otorgados por el Gobierno para el estudio del río Amarumayo, esperando el momento y el hombre indicado para realizarlo; él no tenía ninguna duda de que yo era el hombre adecuado para organizar un grupo de exploración y emplear este dinero para tal finalidad. Era una propuesta tentadora pero temí las acciones proverbialmente dilatorias del gobierno peruano; y lo que había leído en los diarios de Smyth y Castelnau en relación a la eficiencia de la cooperación de los funcionarios peruanos, revivió recuerdos estudiantiles y vino a mi memoria aquella frase de Virgilio:

"Non tali auxilio; nec defensoribus istis" (2)

Además, esta ruta presentaba los mismos obstáculos de los tributarios bolivianos; esto es, que me llevarían demasiado río abajo en el Amazonas. Sin embargo, es una ruta de gran importancia que vale la pena investigar. El señor* Centeno puso en mis manos un panfleto ("El brillante porvenir de Cuzco") escrito por el confesor de su familia, un franciscano italiano, el padre Julian Bobo de Revello. Libro en el cual se defienden tenaz y hábilmente las ventajas de esta ruta; argumento que induce a la ya mencionada asignación por el gobierno peruano. El padre declara que él mismo al visitar estos valles de Paucartambo en compañía de don José Miguel Medina, prefecto de la provincia, vio desde las alturas de Acobamba, un interminable horizonte de bosques que se extendían hacía el N. E. y que en medio de esta inmensa planicie, se encontraba el sinuoso curso del gran río navegable "Madre de Dios". El padre trata de probar que este río Madre de Dios es el mismo que bajo el nombre de Purús, se junta con el Amazonas a unos pocos días de viaje sobre la Barra do Río Negro.

No hay duda que en esta región hay un gran río desconocido. Toda expedición que se ha realizado a esta zona ha traído datos sobre él, y de acuerdo a la nomenclatura.de las numerosas tribus que viven en sus riberas, se le ha llamado con diferentes nombres como Amarumayo, Tono, Mano, Inambiri, Guariguari y Madre de Dios, ya que lo consideran Grande* y Caudaloso*. Es imposible saber si este río dobla en dirección N.O. y se une al Ucayali, avanzando directamente hacia el N.E. y desemboca en el Amazonas, como lo hacen el Yavarí, el Jotay, el Juruá, el Teffe, el Coari o el Purús; o si es tributario del Beni, al avanzar hacia el este. Por supuesto, es igualmente imposible afirmar si está libre o no de obstáculos para navegarlo, pero es razonable pensar que gran parte de su curso río arriba está libre de obstáculos (suponiendo que toma la dirección usual de los ríos y que avanza hacia el N.E.), debido por un lado a que la región a través de la cual corre se encuentra muy apartada de los Andes, y por el otro lado, debido a la Cordillera Geral del Brasil que forma los obstáculos del Madeira. Sin embargo, esta ruta tiene importancia desde el punto de vista comercial, debido a los siguientes hechos:

Como se recordará, en el capítulo anterior señalé que los derrotados seguidores de Almagro, al esconderse en los valles y cavernas de la escarpada región oriental del Cuzco, llamada Carabaya, descubrieron lavaderos de oro de gran valor en los riachuelos que descendían de la cordillera vecina, razón por la cual establecieron poblados en esa zona y enviaron grandes cantidades de tesoros a España.

En el mes de junio de 1849, dos hermanos de apellido Poblete, buscando la quinina en los valles de Carabaya, descubrieron granos o pepitas* de oro en la "quebrada" de Challuhuma. Muy pronto se les unieron otros buscadores de quinina, las noticias corrieron por la provincia, se formaron compañías y se hicieron reclamos de títulos a la junta de mineros. No tardaron en surgir disputas sobre la prioridad y derechos del descubrimiento; los caminos se cerraron y los puentes y balsas para cruzar los ríos fueron destruidos. Hasta donde estoy informado se ha hecho muy poco por reunir el oro.

Según una carta oficial de Pablo Pimentel, subprefecto de la provincia de Carabaya, en respuesta a ciertas preguntas planteadas por el Departamento del Tesoro, parece que el distrito minero está situado en los valles al N. y al E. de Crucero, la capital de la provincia; y que desde esta capital se puede llegar al distrito siguiendo las siguientes rutas y distancias: es conveniente señalar primeramente que Crucero está situada entre los W latitud sur y los W longitud oeste de Greenwich, y que para llegar allí siguiendo la ruta más corta de la costa del Pacífico, se debe desembarcar en Islay; de aquí se debe continuar el viaje a caballo a través de las ciudades de Arequipa y Puno, con un fácil recorrido de quince millas por día se llegará a Crucero aproximadamente en veinte días. La ruta que va hacia el este desde Crucero y que cruza la Cordillera, probablemente por su parte más alta y difícil, lleva al viajero al pequeño y abandonado poblado de Phara (sic: Pará) a cuarenta y dos millas de Crucero.

De aquí se continúa a pie, recorriendo setenta y dos millas (cuatro días de viaje) hasta llegar a las orillas del gran río Guariguari, las provisiones e implementos pueden transportarse en mula o asno hasta ese punto. Luego se cruza el río por medio de un peligroso puente colgante llamado oroya y se continúa treinta millas más hacia el norte abriéndose camino salvo en las partes donde ya existen senderos hechos por los buscadores de quinina.

Así llegará a Challuhuma.

Este valle o quebrada tiene entre treinta y treinta y seis millas de longitud desde las cumbres de las montañas, desde donde descienden tras pequeños torrentes que forman el río aurífero llamado Challihuma hasta su desembocadura en el Guariguari. Pero se calcula que sólo se puede explotar una quinta parte de este yacimiento aurífero, ya que las otras cuatro partes están rodeadas de rocas precipitosas a cada lado."Cambiar el curso del río en esta zona para poder llegar a su lecho sería una tarea tan fácil como cambiar de lugar los Andes".

Pimentel supone que desde el descubrimiento en junio, hasta la fecha de su carta en noviembre, se han recolectado alrededor de cien mil dólares, pero que las mejores zonas ya han sido explotadas y ya no se puede esperar que tal éxito se repita. Además, señala que es muy difícil obtener provisiones y suministros debido al reducido número de personas dedicadas a la agricultura, a la pereza general de la gente y a la dificultad del transporte.

Es bastante evidente que Pimentel está dispuesto a poner dificultades en el camino y a distraer la atención de Challuhuma, explayándose en la búsqueda de riquezas ocultas en otros valles y en la abundante riqueza vegetal que se encuentra un poco al este de la región. Otros relatos sobre este distrito nos proporcionan una versión diferente y representan a Pimentel como socio de una de las compañías mineras, interesado en mantener en secreto la verdadera situación. En el departamento de Puno se produjeron fuertes altercados relacionados con este problema, e incluso fueron impugnados los motivos y la conducta del general Deustúa, en ese entonces prefecto del departamento y ahora gobernador de la "Provincia Littoral (sic: Litoral)" del Callao; un hombre de la más alta posición y distinción en su país. El reivindicó su reputación en una carta muy elocuente que envió al Ministro de Estado a cargo del Departamento del Tesoro, en la que pedía ser relevado de su cargo; sin embargo, recibió una respuesta apologética del Gobierno.

Según informes de esta región escritos por Manuel Hurtado, ciudadano de Puno, parece "que la provincia de Carabaya tiene una extensión de ciento ochenta millas de norte a sur muy conveniente para el viajero que desea atravesarla por completo, para lo cual tiene que cruzar los ramales de las montañas que dividen toda la región en valles cuyos riachuelos contienen oro. De Cuia a Quica hay dieciocho millas; a Sandia cuarenta y dos; a CuyoCuyo, doce; a Patambuco, dieciocho; a Phara (sic), treinta y seis; a Uricaya, cuarenta y cinco; a Coasa, dieciocho; a Thiata, treinta; a Ayapata, dieciocho; a Ollachea, cuarenta y dos; y a Corani, dieciocho, sumando un total de trescientas siete millas. Todos estos poblados salvo el último se encuentran en la línea fronteriza de la Montaña. Los poblados de Macusani y Crucero están en este lado de la Cordillera. La provincia está formada por una población de treinta mil almas, además de los forasteros que llegan a recolectar el oro y la cascarilla.

"El año pasado la exportación de los productos de la provincia fue aproximadamente de trescientas mil libras de cascarilla, veinticinco mil cestas de coca (de veintiún libras cada una) y de mil libras de café. Las pequeñas cosechas de maíz y otros productos, &a. están destinadas al consumo de la región. Las únicas dos plantaciones que fueron establecidas en los últimos dos años por d. Augustín Aragón y por d. Lorenzo Requelme empezarán a dar cosecha el próximo año.."

"Según informes de varias personas, especialmente de Pimentel y de los hermanos Poblete, sabemos que desde mediados de junio hasta setiembre, el valor del oro extraído de Challuhuma asciende a setecientas libras, de las cuales trescientas corresponden a los hermanos Poblete y el saldo ha sido vendido por varios individuos en las ferias y mercados de Azángaro, Tangazuca y Crucero, además de las muchas libras que han sido llevadas a Puno y Arequipa para ser vendidas, parte de las que poseen los indios, quienes sólo venden lo justo para poder adquirir lo necesario; no obstante, se sabe que un indio vendió oro por un valor de seiscientos dólares. Aproximadamente a fines de setiembre los socios de la compañía llamada 'Descubridora' destruyeron los puentes colgantes (oroyas), las balsas e.incluso algunos tramos del camino, arguyendo que no había nada en Challuhuma y aconsejando a todos que regresaran a sus hogares. Esta actitud en vez de desanimarlos los estimuló a proseguir; así, se internaron en la selva hasta donde el hombre no ha llegado, cruzaron el gran río por medio de oroyas temporales y muchas personas se establecieron en Challuhuma, de donde extrajeron oro sin que se conozca la cantidad que recolectaron en el mes y medio que aconteció todo esto. Es digno de remarcar que esta gente y los hermanos Poblete tienen un modo muy rudimentario de extraer el oro, que llaman 'chichíquear' lo que significa poner arena en una batea, lavarla un poco en el riachuelo y recoger el oro que se ha acumulado, pudiendo ser una, dos o más onzas de acuerdo a la suerte que tenga el lavador. Esta operación la repiten tantas veces al día como su fortaleza lo permita. En una ocasión, el subprefecto Pimentel obtuvo de una sola vez veintitantas onzas de oro, como él mismo nos contó; ya que ninguna batea llena rinde menos de una onza."

Parece que en este relato se exagera un poco; pero una publicación anónima de Puno sobre este asunto de Carabaya va aún más lejos:

"En el año 1713, fue descubierta una mina de plata en una colina llamada Uncuntayo en los Altos* de Ollachea, que rindió más de cuatrocientas marcas por caxon (3) (seis marcas por caxon es el rendimiento en Cerro Pasco (sic: Cerro de Pasco). Estas riquezas fueron la causa de tales disturbios, violencia y asesinatos, que el Virrey tuvo que ir a detener los desórdenes, pero unos años más tarde, la colina se derrumbó, cerrando de esta manera las minas."

"Siempre se ha sabido que existen grandes cantidades de oro en todos los barrancos del distrito de Phara (sic) y la prueba es que este año se ha descubierto oro en Beinisamayo, río Challuhuma y Acomayo, de cuyos ´placeres´ es cierto que, aun en este corto tiempo, se han extraído y visto en Puno, Arequipa, &a., muchas arrobas (veinticinco libras) de oro fino en forma de semillas de melón. El ver este oro y la convicción de la abundante existencia de este metal, han despertado la avaricia de todos y está atrayendo a Carabaya a gente de los departamentos de La Paz, Puno, Arequipa y Cuzco. La extracción debe cesar a fines de octubre debido a las lluvias; pero a partir de mayo en adelante, allí tendremos una sociedad en crecimiento, heterogénea, ambiciosa y con necesidad de autoridades y jueces, para que los 'placeres' sean repartidos entre los trabajadores según la ley; para que la propiedad esté asegurada y para que aquellos desórdenes que pudieran aparecer debido a la situación, sean controlados; ya que el Subprefecto además de ser socio principal en las compañías para recoger el oro y la cascarilla, no tiene la fuerza de carácter que es necesaria en estos casos. Además, la persona que dirige los asuntos mineros (Diputado de Minería)* reside en Puno a doscientas millas del lugar de donde se extrae el oro. Por todos los medios que están a su alcance, las compañías tratan de esconder las riquezas que existen en las minas ya descubiertas.e.igualmente crean dificultades en el camino para llegar a ellas; pero nosotros sabemos que cada batea con la arena que se lava rinde seis onzas o más; que sólo son tres días a caballo de Phara (sic) a las riberas del gran río, aunque el camino es algo escabroso y que sólo es un día a pie desde el otro lado del río hasta las minas, (este río se puede cruzar por medio de una oroya o en balsas). El clima de la mayor parte de la Montaña de Carabaya es muy saludable y tolerablemente caluroso. Sus tierras son tan fértiles que dan tres cosechas al año y producen buena coca, café que compite con aquel de Mocha, cacao de calidad superior, papas, maíz, frutas, pasas de toda clase, vainilla, las más abundantes y finas maderas y cascarilla llamada calisaya además de todas las otras clases. Además existen ríos con grandes bancos de peces. Así, aquella gente haría bien en colonizar aquella región aunque no hubiera oro; los salvajes en tribus de más de doscientas almas viven esparcidos entre sesenta y noventa millas al este de los placeres. Es necesario tomar algunas medidas de precaución para evitar los posibles ataques que harían a los pequeños grupos."

Pimentel señala que los indios de algunas playas del gran río "Inambiri", el cual corre a través de esta Montaña, construyen una especie de pavimento (empedrado, en forma de escama*), justo antes de la subida del río, provocada por las lluvias, de manera que el oro que trae la corriente queda depositado allí. Ellos llaman a esto sus chacras* o fincas de oro, y la cosecha se recoge cuando el río baja.

De los informes mencionados, se observará que si el río "Madre de Dios" del padre Bobo.fuese idéntico al Purús y si hubiera una comunicación fluvial entre esta región y el Atlántico, las ventajas para comerciar serían enormes y el "Brillante Porvenir"* del Cuzco sería una realidad. De acuerdo a la descripción de la región a través de la cual este "gran río" corre (así se le llama en todos los relatos de personas que han visitado estos lugares), deduzco que no es navegable; y es cierto que ni la cascarilla ni el oro se recogen durante seis meses del año. Sin embargo, sostengo que por esta ruta la comunicación con el Atlántico es más corta y fácil que por la ruta de la Cordillera o que el viaje por el Cabo de Hornos; y que la apertura al comercio de una región que produce abundante oro y chinchona de la mejor calidad, muy pronto compensaría el valor, la iniciativa y el desembolso de dinero, necesarios para abrir a lo sumo un camino corto y para eliminar unos cuantos obstáculos de un río.

Después que escribí lo mencionado anteriormente, recibí del Sr. Clay, nuestro distinguido encargado en Lima, un recorte de "El Comercio", periódico limeño, el cual contenía un informe de una expedición para explorar este río, realizada por la gente del pueblo de Paucartambo. Estos pobladores, cansados de esperar la acción tardía del Gobierno, se reunieron en consejo el 10 de junio de 1852 y suscribieron ciento quince dólares para cubrir los gastos del grupo explorador: se contrataron veinte indios por veinte días a cinco dólares por cabeza y se dieron diez dólares de gratificación a su capataz. Los restantes cinco dólares se invirtieron en la reparación de hachas y otras herramientas suministradas por los hacendados. El grupo formado por jóvenes voluntarios con su bandera expedicionaria bendecida por el párroco, exhortado por sus gobernadores y mayores y encomendado bajo la protección especial de nuestra bendita Señora del Carmen, partió bajo la dirección de don Manuel Ugaldi entre los acordes de la música y los "vivas"* y lágrimas de sus parientes y amigos. Aún nos falta ver el resultado de tan entusiasta manifestación.

Estaba tan impresionado con la importancia de esta ruta, que dejé Lima sin decidir si la iba a tomar o no; y en Tarma, después de una larga y profunda defiberación (apoyada por el consejo y el ruego personal del Sr. Gibbon) decidí tomar la responsabilidad de dividir el grupo, dando al Sr. Gibbon las siguientes instrucciones y llamando verbalmente su atención sobre el río Beni

 

TARMA, 30 de junio de 1851

SEÑOR: Después de haber leído cuidadosamente mis instrucciones dadas por el Departamento de Marina, parece.ser un asunto importante el hecho que una vasta zona de la gran cuenca sudamericana, bañada por el Amazonas y sus tributarios, sea explorada hasta donde los medios a mi disposición me lo permitan; y habiendo llegado ahora a la disyuntiva de que si el grupo se mantiene unido, algunos objetivos de mucho interés tendrán que ser descartados para asegurar otros, he decidido dividir el grupo y confiarle la dirección de una parte de éste.

Por lo tanto, usted con el "Sr. Richards" y un guía, seguirá al "Cuzco" y examinará la zona oriental de aquel lugar. Se dice que un gran río navegable llamado el Madre de Dios, tiene su origen en las Montañas de Carabaya y se puede llegar a una parte navegable si se desciende los Andes desde "Cuzco". Se han citado muchos argumentos para demostrar que este río es el "Purús", el cual se sabe que desemboca en el Amazonas.

Es conveniente que esto se resuelva y en Cuzco usted hará las investigaciones que sean necesarias, para permitirle decidir si es aconsejable descender este río. Tengo la impresión que sus orillas, las cuales quedan cerca de donde probablemente usted se embarcará, están habitadas por tribus salvajes.e.indios guerreros, quienes han realizado frecuentes depredaciones en las "haciendas"* de los alrededores. Tenga presente constantemente que su pérdida privaría al Gobierno de los servicios que después se esperan de usted en lo que se refiere a la continuación de nuestra importante.e.interesante empresa. Por lo tanto, no corra riesgos innecesarios, ni exponga su vida ni la de su grupo al peligro irracional de los ataques de estos salvajes. Se dice que los habitantes de Cuzco están tan interesados en este descubrimiento, que ellos pueden brindarle una escolta para pasar la zona de peligro.

Si usted ve que esta ruta es intransitable, siga hacia el sur hacia Puno, a orillas del "Lago Titicaca"; de ahí bordee las orillas meridionales de este "lago" hasta llegar a La Paz en Bolivia, luego continúe hacia Cochabamba y después que descienda las montañas de esas inmediaciones, embárquese en el "Mamoré" y desciéndalo junto con el "Madeira", hasta llegar al Amazonas. Luego ascienda este último hasta la "Barra do Río Negro" y una vez instalado su campamento, realice excursiones para explorar el río principal y sus tributarios adyacentes, hasta mi llegada o hasta que reciba noticias mías.

Usted ya conoce el parecer del Departamento con respecto a los objetivos de esta expedición. En esta carta va adjunta una copia de sus instrucciones, las que deberá seguir lo más fielmente posible.

Si usted va a "Bolivia" deberá prestar atención a la "cascarilla" o quinina, la cual es de mejor calidad en esa región que en cualquier otra; investigue su historia y su condición actual.

Deseándole éxito, quedo de usted su obediente servidor,

WM. LEWIS HERNDON

Teniente de la Marina de los Estados Unidos

Guardiamarina por ascender LARDNER GIBBON
Marina de los Estados Unidos

Otras razones que me llevaron a tomar estas medidas fueron que tenía que cumplir las instrucciones del Departamento a cabalidad. Así, mientras yo me dedicaba a estudiar las regiones bañadas por el Alto Marañón y sus tributarios, el Sr. Gibbon exploraría algunos de los tributarios bolivianos del Amazonas y recopilaría toda la información sobre los otros. Los únicos inconvenientes eran que el Departamento no me había autorizado a tomar esta medida y que al separamos nos privaríamos de la comodidad y la ayuda derivada de la compañía, detalle muy importante en un viaje tan largo y solitario. Pero no se me ocurrió que tuviera que contrapesar este detalle con el hecho que abarcaríamos más territorio separados que juntos.

Con las instrucciones que tenía de explorar el Amazonas desde su naciente hasta su desembocadura, sentí que no podía descartar la ruta que finalmente había decidido tomar. Esta ruta me permitiría formarme una idea de la practicabilidad de una conexión transitable entre Lima y las nacientes navegables de los tributarios del Amazonas. Además me llevaría hacia el distrito minero más rico y productivo del Perú; me permitiría observar más de cerca casi todo el curso del Amazonas y podría reunir más información sobre la Pampa del Sacramento o gran planicie, encerrada entre cuatro grandes ríos, respecto a la cual el "Viagero (sic) Universal" dice "que los dos continentes de América no tienen otro territorio situado tan convenientemente o tan férti."

La nueva y más transitada ruta a la Montaña es a través de las ciudades de Truxillo (3), Caxamarca (3), Chachapoyas, Moyobamba, &a. En esta zona los Andes se dividen en varias cadenas con muchos espolones que van en toda dirección, pero ninguno de ellos es de gran altura, es decir, que hay un buen camino de mulas hacia Moyobamba. Casi todos los artículos de fabricación foránea, tales como telas y artículos domésticos indispensables que se usan en los pequeños pueblos a orillas del Huallaga y del Marañón, son transportados por esta ruta. El clima y producción de esta región son muy variados debido a sus elevaciones precipitosas y en consecuencia a sus profundos valles. Desde aquí un espectador que se encuentra en los campos de echada y papa, puede ver crecer la caña de azúcar y la piña.

Este camino atraviesa el Amazonas o mejor dicho el Marañón, en el punto donde, según el Tnte.Maw, éste tiene sesenta yardas de ancho y desciende entre montañas cuyas cumbres se esconden entre las nubes. En este punto el río se encuentra a tres grados norte de su naciente en el lago Lauricocha; pero no es navegable hasta Tomependa, en la provincia de Jaen de Braca Moros, desde aquí se puede navegar río abajo en balsas pero con dificultad y corriendo peligro. Hay que pasar veintisiete "pongos"* o rápidos por donde el agua desciende a gran velocidad. El cuarto día de navegación se pasa el último llamado Pongo de Manseriche", cerca del poblado de San Borja; me complace saber que aquí hay un canal abierto de por lo menos dieciocho pies de profundidad que va hacia el océano Atlántico.

He fijado la fecha de partida para el 20 de mayo, cuando termine la temporada de lluvias y cuando los caminos en la Cordillera estén en mejores condiciones, por eso el Sr. Gibbon y yo hemos empezado a hacer los preparativos necesarios. He contratado los servicios de don Manuel Ijurra, un joven peruano quien hace unos años descendió el Amazonas como intérprete de los indios. El Cap. Gauntt, de la fragata Raritan, que en ese entonces se encontraba en el puerto del Callao, cortésmente me envió un joven ayudante de su buque llamado Richards, aparte de darme carabinas, pistolas, municiones y una tienda de campaña. El Cap. Magruder del St. Mary, también me ofreció cualquier cosa que el buque pudiera proporcionarme, así me brindó más armas y ciento cincuenta brazas de hilo de pescar que ahora se usa a bordo para el sondeo en alta mar.

Adquirimos cuatro mulas de silla, que gracias al Dr. Smith las conseguimos jóvenes, sanas y bien alimentadas (requisitos indispensables) de una manada que acababa de llegar de las montañas. Consultamos a los expertos sobre la conveniencia de ponerles herraduras, pero no estuvieron de acuerdo con tal idea. Como estos animales eran de las montañas, sus pezuñas estaban redondas, sanas y aparentemente eran tan duras como el hierro por lo que descartamos la idea de las herraduras, creo que fue mejor hacerlo así que hacer todo lo contrario. También adquirirnos más o menos mil yardas de gruesa tela de algodón confeccionada en los talleres de Lima, que guardamos en fardos de casi la mitad del peso que carga una mula; hachas, cuchillos, yescas, anzuelos, cuentas, espejuelos, pañuelos de algodón, cintas y chucherías baratas con las que pensábamos llamar la atención de los indios y poder comprar sus servicios y alimentos cuando no sirviera el dinero. Estas cosas también se guardaron en cajas del mismo tamaño y forma, de casi la mitad del peso que carga una mula. Acomodamos nuestros baúles del mismo modo, de manera que iba uno a cada lado de la mula y sobre ellos estaba colocada la bolsa de caucho (también del Raritan), la cual contenía nuestra ropa de cama. De esta manera, el equipaje estaba más compacto y era más fácil de cargar. Toda persona que viaje por la Cordillera debe arreglar su equipaje de esta forma y en lo posible debe tener todo bajo candado y en cajas a prueba de agua. Lo que nos causó más problemas fueron cosas pequeñas.e.incongruentes como las ollas y cacerolas para cocinar, nuestra tienda de campaña y especialmente el mástil de esta última, el cual fue transportado de largo a largo sobre uno de los cargamentos, golpeándose contra las otras cosas y dañándose continuamente.

Nuestra ropa de cama consistía en una manta de silla, una gruesa frazada y cualquier otra cosa que se pudiera guardar en las bolsas de caucho. Un inglés de Nueva Holanda a quien conocí en Lima, me dio una manta de piel de un tipo de mapache, que me fue muy útil; a menudo cuando hacía frío en la Cordillera me abrigaba con ésta, llenándome de gratitud hacia la persona tan generosa que me facilitó tal comodidad. Compramos además, camisas de franela gruesa, ponchos hechos de caucho, lana y algodón, y llevábamos sombreros de paja cubiertos con hule y con velos para protegernos los ojos del dolor que normalmente produce el resplandor de los rayos solares sobre las masas de nieve perpetua que yacen en las cumbres de las montañas.

Llevábamos dos pequeños barriles, uno contenía brandy para beber y el otro, el ron del país llamado Ron de Quemar que lo usábamos para encender el fuego. También teníamos cuchillos con serrucho, tenedores, cucharas, tazas y platos de hojalata. Lo que no llevé, a pesar que debí hacerlo fue algunas cajas de carne en conserva, sardinas, queso, &a., alimentos más agradables de los que usualmente comíamos en el camino. Sin embargo, lo que sí guardé en las bolsas de jebe, fue una gran cantidad de bizcochos que hornée en Lima y que nos sirvieron mucho, durándonos hasta Tarma.

Ensillamos las mulas con las pesadas monturas de caja honda del Perú. Creo que la silla de montar inglesa hubiera sido mucho más cómoda y probablemente más segura para la persona acostumbrada a ella; pero si usábamos este tipo de silla hubiera sido casi imposible no lastimar la piel de la mula. La silla peruana descansa completamente sobre las costillas del animal, las cuales están protegidas al menos por seis yardas de un grueso tejido de lana hecho en el país, llamado jerga y no toca la columna vertebral. Esta silla es una caja con marco de madera, forrada completamente por dentro y cubierta con cuero por afuera. Lleva adjuntos pesados y cuadrados estribos de madera que se supone protegen las piernas de las rocas salientes; estos estribos están forrados con piel para mantener calientes los pies. Tiene igualmente pesados petrales y grupas para usar en los empinados ascensos y descensos; un grueso cojinete o esterilla, hecho de hilos de algodón, seda o cabello, el cual se coloca sobre la silla de montar para que ésta sea más suave. Las riendas y el ronzal de la brida deben ser anchos y fuertes y la embocadura debe ser la más gruesa y resistente de la región. Nuestras armas, guardadas en cajas de cuero, iban en eslingas colgadas en las grupas del animal y las pistolas en fundas con grandes divisiones para guardar el chifle y los cebos de percusión, elementos que quizás utilizaríamos en el camino, &a. Llevábamos además una caja pequeña con herramientas para despellejar aves y disecar animales; un botiquín que entre otras cosas contenía jabón de arsénico para proteger la piel; unas resmas de grueso papel para secar hojas y plantas; papel para trazar mapas en una caja de metal; pasaportes y otros documentos también en una caja de metal; cuadernos, lápices, &a. que completaban nuestro equipo. Mandamos a hacer una caja con compartimientos para guardar el sextante, el horizonte artificial, el equipo para medir el punto de ebullición, la cámara lúcida y los catalejos. El cronómetro lo llevábamos en el bolsillo y el barómetro en una caja de cuero hecha especialmente para éste que iba colgada en el fuste de la silla de montar del Sr. Gibbon.

El 15 de mayo contraté los servicios de un arriero* o muletero. Le encargué conseguir animales para que transportaran al grupo y a su equipaje de Lima a Tarma, a diez dólares por persona; deteniéndonos donde me pareciera conveniente y por el tiempo que quisiera por dicha suma. Por unos siete dólares por persona, hubiera podido conseguir una recua de mulas de carga ordinaria. Los arrieros* del Perú, como clase tienen una reputación muy indiferente hacia la fidelidad y honestidad, y aquéllos de esta ruta (LimaCerro Pasco (sic) a la cual pertenecía mi amigo, se decía que eran los peores. Este era un indio delgado, parsimonioso y moreno, de la Sierra, o tierra montañosa y de más o menos 45 años, de ojos negros y penetrantes, fino bigote, pausado en su modo de hablar y en sus gestos. Creo que nunca he visto un rostro peor, pero el Sr. McCall me dijo que al contrarío, este indio tenía mejor apariencia que el resto en general. Poco después de conocernos, se las arregló para estafarme.

Cuando los arrieros* consiguen tantas mulas como las que yo necesitaba, siempre contratan a un peón* o asistente para ayudar a cargar y descargar y para cuidar las mulas. El mío sin embargo, aprovechándose de mi ignorancia en estos asuntos, me dijo que su peón* se había desanimado* y que había abandonado el grupo, asustado de la "Piedra Parada" por donde íbamos a cruzar la Cordillera; pero me dijo que él podía muy bien cuidar las mulas si yo era tan amable de prestarle la ayuda ocasional de mi sirviente indio. Incautamente se lo prometí sin saber que luego esto me acarrearía muchos problemas, cada vez que en el camino el viejo bribón se quejaba de tener demasiado trabajo y que estaba enfermo, yo siempre tenía una respuesta para callarlo, y ésta era que la causa de sus problemas había sido su misma codicia y deshonestidad; y que si no trabajaba y no se comportaba correctamente, lo despediría sin pagarle, enviando a alguien a Lima para conseguir otro arriero.

El día 20, le ordené que llevara las mulas a la puerta del hotel, pero al darse cuenta que ese día era martes, no se movió diciéndome que ese era un día de mala suerte y que ningún arriero* trabajaba ese día; pero que el lunes era día de buena suerte y rogó por que yo estuviera listo para esa fecha. Pero como yo no podía aceptar esto, el miércoles 21 de mayo empacamos, aunque para esto tuve que engatusar y finalmente sobornar al viejo arriero para que cargase todo el equipaje, que según él era demasiado para sus animales.

Hice mal en empezar el viaje, pues al grupo le faltaba un sirviente que mis órdenes me permitían tener, (en Lima sólo hubiese podido conseguir uno a un precio exorbitante, por eso preferí conseguir uno en algún pueblo de la Sierra). El arriero* necesitaba un peón y las mulas llevaban sobrepeso. Me gustaría aconsejar a todas las personas que viajan por esta región, que sigan el ejemplo de los jesuitas, quienes en su primer día de viaje se dedican a cargar su equipaje en sus mulas, luego las ensillan y las montan, después dan dos vueltas al patio* o plazoleta de su morada, para constatar que todo esté listo y bien acomodado, finalmente descargan y esperan la mañana. Sin embargo, calculé que íbamos a tener una demora más larga de la que estaba dispuesto a tener, si es que descargábamos de nuevo, así después de una mañana muy atareada en iniciar la parte peruana de la expedición (esta gente no tiene la menor idea de lo que es empezar un viaje en el día previsto), el grupo que consistía en el que escribe, el Sr. Gibbon, el Sr. Richards, el Sr. Ijurra; Mauricio, un indio de Chamicuros (poblado del Huallaga); el arriero*, Pablo Luis Arredondo; siete mulas de carga, enfiló rumbo por la Puerta de Maravillas y tomó un camino ancho y maltratado que asciende por la ribera izquierda del Rímac.

NOTAS AL CAPITULO

(1) En latín en el original. Significa: "tierra desconocida". (N.T.)
(2) En latín en el original. Significa: »no con tal auxilio; ni con estos defensores". (N.T.)
(3) Así aparece en el original. (N.T.)

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